Dedicado al movimiento de tierra desde hace casi cinco décadas, Lázaro Borges define su trabajo como el corazón del sector
Setenta años camuflados tras su tez negra y una destreza de veinteañero que lo ha mantenido por más de cuatro décadas sobre una motoniveladora convierten a Lázaro Borges Valdés en la reliquia de la Unidad Empresarial de Base (UEB) No. 5 Movimiento de Tierra, perteneciente a la Empresa de Construcción y Montaje de Sancti Spíritus.
“Yo soy el más viejo de aquí, pero trabajaré hasta que el cuerpo aguante”, advirtió quien es antítesis de la pereza. Aludir a su “compañera” ilustró en mi mente posibles historias de amor; pero no hablaba del sentimiento de los enamorados, sino de la empatía con esa máquina antigua que le sigue hace casi medio siglo.
“La motoniveladora y yo somos uno solo. Desde que comencé es la misma y, aunque a veces da sus perretas, siempre me responde a la hora de cumplir con las tareas. Más de la mitad de los trabajadores del sector se vinculan a la mecanización de una u otra forma, así que nos responsabilizamos por el estado de nuestros equipos y gracias a eso ha sobrevivido el gremio”, afirmó Borges Valdés.
Con un parque cuya edad promedio ronda los 32 años, la rama constructiva en Sancti Spíritus aún palpita gracias a la promoción del Movimiento Vanguardista de la Maquinaria. Esta iniciativa fomenta la cultura del cuidado de los medios entre los obreros. Con el apoyo de los innovadores y el sindicato mantienen activa a la mayor cantidad de vehículos; una garantía para los rendimientos productivos.
EL ALMA DE LA CONSTRUCCIÓN
Operadores que enfrentan los vericuetos de las superficies; grafican en tierra los trazos de los proyectistas y “plantan” las semillas que harán brotar las más insospechadas edificaciones devienen garantes de una rama que es sinónimo de desarrollo técnico y social.
“Dicen que nuestra labor es el alma de la construcción porque hacer todo el movimiento de tierra, de acuerdo con las especificidades de la topografía, no solo acondiciona el terreno, sino que marca el punto de partida de la obra. De la certeza en nuestro desempeño depende que el proyecto llegue a buen término”, sostiene Lázaro Borges.
Este espirituano ha dejado su estela por toda Cuba. Como un caballero andante de estos tiempos y sin más triunfos que su sello anónimo en estructuras prominentes, subrayó: “Participé en los trabajos del Trasvase y el Transportador de Holguín, en la plataforma y montaje de una mina de oro en El Cobre, Santiago de Cuba, y hasta en la línea férrea de la Zona Especial de Desarrollo Mariel”.
Paradigma en un grupo de 25 compañeros, Lázaro se vuelve enciclopedia de obligatoria consulta. Los años le heredaron una sapiencia incomparable de su oficio y él no guarda nada para sí, pues prefiere que el relevo sea dueño de todo cuanto conoce.
Ahora, ya con casi cinco décadas dedicadas al sector de la construcción, este hombre nos describe un panorama diferente: “Hemos mejorado muchísimo en cuanto a la atención al hombre. Recibimos calzado, si estamos en obras priorizadas nos aseguran doble plato fuerte, nuestros comedores alcanzaron la categoría de Modelo y los centros de trabajo tienen una imagen fresca. Además, el salario más alto de la Empresa de Construcción y Montaje es el de nuestra UEB. He llegado a cobrar 1 500 pesos y eso es una motivación añadida; otra manera de valorar mi desempeño”, afirmó.
Lázaro es una suerte de abuelo sobreprotector con su oficio; ni siquiera con grabadora mediante deja de preocuparse por su ausencia en el terreno. “Está nublado el día” —me dice— y enseguida comprendo que se esforzará el doble para que el clima no le gane la partida.
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