El coloso de Jatibonico estrenará la zafra espirituana con la pretensión de alcanzar la mayor producción de los últimos 15 años
Pronto Jatibonico despabilará el letargo que se adueña del poblado cada vez que el Uruguay detiene los molinos cuando en los próximos días la zafra regrese con sus ruidos y olores para iniciar otra campaña que exige hilar fino en cada proceso agroindustrial y del transporte, responder con eficiencia al compromiso productivo y enfocar todo el tesón humano hacia la aspiración de fabricar 100 000 toneladas de azúcar, cifra no lograda allí desde el año 2000.
Quienes gustan mirar en los archivos dirán que eso es poco comparado con aquellas 235 080 toneladas elaboradas en la contienda 1990-1991 (récord nacional), fecha en que la superficie cañera era muy superior a la actual, el ingenio operaba con tres tándemes y primaba el interés productivo por encima de costos y calidad.
“¿Qué ha cambiado? —se pregunta Vladimir Gómez Morales, director del central y, a la vez se responde—: la mentalidad, ahora se trata de cumplir el plan sin deteriorar los indicadores de eficiencia y la economía, en medio de una política de ahorro”.
Sin desconocer que los volúmenes de caña y el dispositivo de la cosecha condicionan los actuales niveles de producción de la industria, cabe decir que el arte de fabricar azúcar en el Uruguay descansa también en un relevo generacional que ha sabido fusionar experiencia y modernidad y convertir la calidad del crudo en la exquisitez de la cosecha, según afirma Elbis González Vasallo, director de la Empresa Azucarera Sancti Spíritus.
Bajo esas armaduras y el aliciente de pasar satisfactoriamente la prueba de arrancada a media-dos de semana, la industria y demás dispositivos se declararon prácticamente listos para comenzar la zafra, que anuncia un crecimiento en materia prima, al decir del directivo, en el entorno del 8 por ciento y, en azúcar, de alrededor del 6, como quiera que el Melanio Hernández, previsto a incorporarse en la primera quincena de enero, por intereses del país fabricará menos azúcar para destinar una parte de los jugos a la producción de alcohol.
La contienda en el Uruguay prevé aprovechar la capacidad de molida al 80 por ciento y en la industria de Tuinucú se planii ca al 73, sobre la base de una mejoría sustancial en el balance de corte y tiro, que en materia de cosechadoras presupone explotar cerca
de 100 máquinas —11 de ellas Case—, soporte res-ponsabilizado con la mayor parte del abasto cañero.
De acuerdo con la propia fuente, el mejor aprovechamiento de la capacidad fabril obedece también a los trabajos realizados en el Melanio Hernández para favorecer la recepción de la caña y al incremento del rendimiento agrícola, situado en 43.6 toneladas por hectárea, cerca ya del potencial agroproductivo del territorio y algo que concuerda con esa máxima esgrimida al pie de los plantones: “No hay mejor combinada que tener buena caña”.
Acota el director que se puso mayor rigor en la capacitación de las fuerzas y en el área ferroviaria, con problemas en años anteriores, en tanto se acometió una preparación más profunda y a tiempo.
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