Desde el 2008, el Ministerio del Turismo lidera el programa de recuperación integral de esta vasta zona del centro sur de Cuba, Patrimonio Cultural de la Humanidad
Reconocido desde 1988 por la Organización de las Naciones Unidas de la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco, por sus siglas en inglés), junto al Centro Histórico de Trinidad, como Patrimonio Cultural de la Humanidad, el Valle de los Ingenios está ubicado al norte y al este de la sureña ciudad y al sur del macizo de Guamuhaya.
Esta llanura con rostro triangular comprende alrededor de 250 kilómetros cuadrados e incluye los valles de San Luis, Agabama-Méyer y Santa Rosa, sin olvidarnos de la llanura costera del sur, delta del río Manatí.
Fallecido a temprana edad, Roberto López Bastida, quien fuera director de la Oficina del Conservador de Trinidad y el Valle de los Ingenios, sostuvo que en esa región, “la naturaleza con su infinita fertilidad permitió al hombre crear toda una cultura de la plantación, un imperio del azúcar, sustentados sobre una inhumana base de esclavitud y miseria, pero capaces, en su paradójico prodigio, de sintetizar toda una historia de esplendor y decadencias, de trabajo y riqueza, de fundaciones y de relaciones con el mundo exterior”.
Los estudiosos plantean que a finales de la década de los 20 del siglo XIX operaban en el valle 56 ingenios, que llegaron a fabricar, en total, alrededor de 640 000 arrobas de azúcar, expresión del llamado boom azucarero trinitario.
Como memoria de aquella época quedaron más de una decena de casas haciendas, entre estas la de Manaca Iznaga, Guáimaro, Buena Vista y San Isidro de los Destiladeros. Los expertos señalan la existencia de unos 70 sitios arqueológicos en diferentes estados de conservación, que constituyen un valioso patrimonio histórico y cultural.
Para preservar tanto legado, desde el 2008 el Estado cubano impulsa un programa de desarrollo y recuperación integral, dirigido por el Ministerio del Turismo, que comprende más de una decena de entidades, instituciones y organismos, entre estos la Agricultura, la Empresa Nacional para la Protección de la Flora y la Fauna, Vivienda y la Oficina del Conservador de la Ciudad de Trinidad y el Valle de los Ingenios.
Tal estrategia no obedece a un hecho fortuito; esta zona posee enormes potencialidades como producto turístico único, más aún en el actual escenario nacional, ávido en aumentar la captación de divisa fresca, que respaldaría después determinados proyectos y programas socioeconómicos.
“El estudio de factibilidad del valle y de sostenibilidad de cara al futuro no podía verse en el quehacer de una sola entidad”, expone Reiner Rendón Fernández, delegado del Mintur en Sancti Spíritus.
En consonancia con ello, el organismo asumió entre sus planes la restauración de cinco casas haciendas. El directivo asegura que ya se restaura Buena Vista, y próximamente debe iniciarse Guachinango, que, aunque ha prestado servicios, lleva ahora una restauración compleja.
Al decir de Rendón Fernandez, Manaca precisará de una rehabilitación capital en su restaurante y de la recuperación de la nave almacén. “Todo esto tiene el más estricto escrutinio de las máximas autoridades del Patrimonio para asegurarnos de no sacrificar el valor de estas haciendas y hacerlo con la mayor fidelidad posible”, advierte el delegado del Mintur.
Reiner Rendón agrega que la vocación del valle no es hotelera. “Nosotros tenemos previsto allí en esta primera etapa alrededor de 20 habitaciones que son las que tienen las haciendas originalmente. Es propósito llegar a otras 80 habitaciones más, si se construyen los hoteles que están previstos en esa área”, añade.
El directivo indica que las casas haciendas Algaba y Las Bocas aún se encuentran habitadas, lo cual necesita de lógicos acuerdos con sus moradores para luego entrar a restaurarlas.
Gradualmente, según Rendón Fernández, se ha logrado desterrar el marabú y darle valor de uso a la tierra, a tenor del plan de ordenamiento del valle. A la par de ello, poco a poco han regresado las plantaciones de caña de azúcar y el king grass, en función del paisajismo.
La reanimación del frente agropecuario, la reforestadas y el cambio de las cubiertas de zinc de las casas por tejas o zinc que semeja estas últimas han formado parte de las labores fomentadas en el Valle de los Ingenios, cuya recuperación debe redundar en el mejoramiento de la calidad de vida de sus pobladores y que no sea escenografía para el turista, como alertaba Víctor Echenagusía, toda una autoridad en las lides del patrimonio trinitario.
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