Miles de espirituanos suscriben su apoyo a la Revolución Bolivariana ante las amenazas del Gobierno de Estados Unidos
Para sentir por cualquier causa no se precisa más que corazón. Por eso Bernardo Torres Ríos, ante la incomunicación que le impedía referir con palabras el sentido del acto que acababa de protagonizar, colocó en el lado izquierdo de su pecho, y lo apretó fuerte, el mismo puño con el que escribió sobre una hoja.
Sordo e incapacitado para articular frases, puso a un lado sus guantes de jardinero y garabateó el nombre con los dos apellidos, junto al número de identidad. A la entrada del teatro de la Universidad de Ciencias Médicas, donde labora, atinó aún a transmitir otras declaraciones gestuales: está contra la guerra y ama la paz en el mundo.
Desde el amanecer del pasado 1ro. de abril en Sancti Spíritus se ven por doquier banderas de esos tres colores vivos que solían vestir a Hugo Chávez, como para remarcar su fuerza telúrica. Desde entonces se escuchan canciones de fondo que repiten su nombre al evocar la Revolución Bolivariana y mesas investidas de la mayor solemnidad resisten cientos, miles de firmas que apuntan hacia el norte, se afincan en la gente llana de esa nación de Sudamérica que hoy está amenazada.
En el Hospital General Universitario Camilo Cienfuegos la doctora Isabel Hernández Aquino siente que después de sumarse a la cruzada es más fidelista, más chavista y está más comprometida como cubana que integró la misión Barrio Adentro entre el 2003 y el 2006. “La nobleza y la resistencia de ese pueblo no justifican la declaración del Presidente Barack Obama que califica a Venezuela como una amenaza para la seguridad de los Estados Unidos”, sostiene emocionada.
El revuelo incluye centros de servicios, institutos preuniversitarios, cooperativas de producción agropecuaria, unidades empresariales de base ganaderas y centros asistenciales. En muchos casos se suman los usuarios, pacientes y familiares de los trabajadores. Hasta el personal extranjero que estudia o labora en predios del Yayabo ha mostrado disposición de firmar y lo ha hecho, previa presentación de sus credenciales.
“Eso que dice el Presidente Obama no es ni siquiera concebible. Mi esposo trabajó en Venezuela en la esfera agropecuaria y cuenta que aquella gente es pacífica, trabajadora, solidaria”, argumenta Lixslietx Sánchez Zubiaurre desde el puesto de dirección de la Empresa de Granos Sur del Jíbaro.
Deysi, la recepcionista del periódico Escambray, alega razones visionarias luego de sentir que su firma esta vez contiene una dosis de importancia mayor a la usual: “Hija, yo sé que esos son solo pretextos para apoderarse de riquezas que no les corresponden, pero qué va, no van a intimidarlos porque Venezuela es firme, por algo ellos tuvieron un Chávez y un Bolívar”.
En Cabaiguán la refinería de petróleo Sergio Soto Alba se convirtió en un hervidero. “Mi mamá regresó hace un mes de una misión de colaboración educativa en ese país. Yo estoy feliz de que haya ayudado de esa manera y aquí todos firmamos desde temprano”, confesó Yarilet Frías Mesa, quien labora en las oficinas de esa industria.
El campesino apura el café; la adolescente indaga los años que es preciso tener, pues desea figurar en las listas; la abuela corta el camino de la comunidad y cruza un puente tambaleante para “votar” por el país que desde hace dos años acoge a su nieta mayor.
“Aunque es solo una firma puede ayudar, porque en la unión está la fuerza y estamos hablando de una amenaza no solo a Venezuela, sino a todos los pueblos de América”, apunta Tomás López Valladares, con el conocimiento que le dieron los 26 meses vividos allá, donde presenció las dos elecciones presidenciales y se compenetró con el pueblo durante su misión en el área de la Cultura Física y del Deporte.
Los relatos de Aurelia Massip Acosta, actualmente metodóloga del vicerrectorado docente en la Universidad de Sancti Spíritus José Martí Pérez y durante años coordinadora del programa Para la Vida en la provincia, están preñados de rostros infantiles, semblantes de padres humildísimos y gestos o palabras de líderes comunitarios.
“Un país que es luz en América Latina y en el mundo, que está haciendo tanto en aras de la Educación, la Salud, la cultura y todo lo que en realidad hace sentirse más realizado al ser humano merece todo el apoyo posible. Las transformaciones de una revolución así al imperialismo no le convienen”, subraya Yiya, como la conocen sus compañeros.
Luego de numerosas estancias en los lugares más pobres de la Amazonia, en comunidades afro-descendientes y barrios vulnerables que tenían la violencia como esencia de vida, cree que vale la pena luchar por el proyecto bolivariano. “Hoy fue la firma, ojalá en lo adelante no sea otra cosa”.
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