Cuando en agosto de 1958 el Comandante Camilo Cienfuegos recibió la orden de llevar hasta el occidente de Cuba una de las dos columnas invasoras que debían reeditar la invasión de Máximo Gómez y Antonio Maceo en la Guerra del 95, su misión era ir hasta Pinar del Río como hizo Maceo, y llegar hasta Mantua, donde concluyó aquella gesta que prendió la lucha libertaria en todo el país.
Pero Camilo no iría a Vueltabajo, sino que, por lo imprescindible de lograr la unidad entre los movimientos que luchaban en tierras villareñas, debió permanecer en la zona norte de la antigua provincia de Las Villas para ayudar al Che a cumplir su misión de potenciar el combate a la tiranía en el centro de Cuba y cortar la isla en dos.
En este orden de cosas, Santa Clara, centro político-administrativo y militar del territorio, devino principal objetivo estratégico para los rebeldes, porque con su guarnición de casi 3 000 soldados y cientos de policías y chivatos constituía un hueso muy duro de roer para el cual, desde el inicio del plan de ataque concebido por el Che, se consideró indispensable utilizar también las fuerzas de Camilo.
EL CHINO ABÓN LEE
Cuando el joven capitán Alfredo Abón Lee, de origen asiático y militar de academia, fue sacado de la Policía Motorizada del régimen en La Habana y despachado por el dictador Batista como castigo a combatir en la Sierra Maestra, se le designó como segundo al mando del Batallón 22, parte del cual fue enviado como refuerzo al Batallón 11, comandado por un asesino: el teniente coronel Ángel Sánchez Mosquera, cercado en Santo Domingo.
Pero aquel refuerzo, encabezado por Abón Lee, fue emboscado y diezmado por las tropas rebeldes y a duras penas lograron escapar ese jefe y parte de sus efectivos. Al reconstituirse el Batallón 22, luego del fracaso de la ofensiva general de verano sobre el firme de la Maestra, Lee quedó como jefe.
Al Chino le tocaría perseguir luego sin éxito a las columnas invasoras de Camilo y Che en su largo y azaroso trayecto hasta Las Villas, solo que esa tropa élite no pudo impedir que Camilo fundara el Frente Norte ni que el Che se consolidara en el Escambray.
Pero a inicios de diciembre de ese año Batista desata una ofensiva contra la zona liberada de El Pedrero-Manaca y el Batallón 22 fue enfilado contra la comandancia del argentino en El Pedrero. Por ironía del destino, fueron guerrilleros al mando de Camilo quienes lo rechazaron. Luego el Señor de la Vanguardia regresa a su zona de operaciones y Abón Lee, con sus 350 soldados, es destinado a cubrir el cuartel y la pista de aviación de Mayajigua.
RUMBO DE COLISIÓN
Para el 20 de diciembre de 1958 y liberadas ya casi todas las localidades del norte espirituano, las tropas de Camilo centran sus esfuerzos en dirección a Yaguajay, sin quitar el ojo de Zulueta, Remedios, Caibarién y otros pueblos que permanecen en manos de la tiranía.
El propio día 20, desde las cinco de la madrugada fuerzas rebeldes al mando del Comandante Félix Torres y el capitán William Gálvez atacan el poblado de Mayajigua y se combate todo el día. Ya avanzada la tarde, la nutrida tropa de Abón Lee se abre paso a tiro limpio y emprende a bordo de camiones la retirada en dirección a Yaguajay, con saldo de un muerto y cinco heridos en sus filas.
Después de burlar dos fuertes emboscadas en otros tantos puntos estratégicos del trayecto, con maña y con suerte, Abón y su tropa logran llegar al cuartel Escuadrón 37, su último refugio.
LA BATALLA, PERIPECIAS SIN FIN
Fue la Batalla de Yaguajay un hervidero de peripecias muy particulares en sus 10 días de combates, comparada incluso en este punto a la de Santa Clara, que se decidió en cuatro jornadas.
Así, en Yaguajay, guarniciones militares de unos 20 efectivos, ocuparon posiciones en el Hotel Plaza, el Gran Hotel y el edificio de la Sociedad de la Colonia Española; mientras otros puntos de apoyo fueron el Ayuntamiento y la Estación de Policía, además de la nave de la Planta Eléctrica. Todo este dispositivo era apoyado por patrullas en las calles de acceso a esos sitios.
Ya estudiado el escenario, Camilo hizo que sus fuerzas ocuparan en la noche del 21 al 22 de diciembre los centrales Narcisa y Vitoria, en tanto un grupo de unos 40 hombres al mando de Félix Torres penetra en Yaguajay desde el Circuito Norte, al que le sigue a las 6:00 p.m. otro de similar tamaño encabezado por Antonio Sánchez Díaz, Pinares. Ya en la noche del 22 entra también el Señor de la Vanguardia al frente de 100 hombres, que vienen de liberar Zulueta.
Sin perder un minuto comienza el acoso contra todas las posiciones enemigas en la población para lograr neutralizar las patrullas que unen estos puntos fuertes. El 24, cuando los sitiados se disponían a rendirse por falta de alimentos y parque, llegó un comando desde el cuartel para evacuarlos y en el intento tuvieron 18 bajas entre ellos tres muertos, seis heridos y nueve prisioneros.
LAS TREGUAS
La tregua inicial se concertó el propio 24 de diciembre, solicitada por Abón Lee, cuyo primer contacto ocurre con Pinares, hasta la llegada de Camilo que, según le dice al Chino, está en Mayajigua atendiendo asuntos relacionados con la aviación rebelde. El jefe enemigo pretende que lo dejen evacuar la posición con toda su tropa y sus armas, lo que Camilo, naturalmente, rechaza categórico, pero en tono correcto, sin dejar de prodigar afabilidad hacia los guardias.
En una segunda visita a las 5:00 p.m. del propio día, Camilo acude con mazos de tabaco y cigarros para los soldados. El encuentro no lo enturbia ni el hecho de que, en un incidente confuso en la propia jornada, ha caído el joven rebelde Joaquín Paneca, y han resultado heridos otros tres guerrilleros, entre ellos William Gálvez.
En los días de la batalla habría otros dos pedidos de parlamento por Abón Lee, estos el 26 y el 31 de diciembre ante la situación crítica dentro de la fortaleza, donde no había agua, ni alimentos, ni comunicación, ni medicinas y crecía el número de heridos.
VISITAS DEL CHE
Singular como fue, Yaguajay resultó el único punto del territorio villareño a donde acudió tres veces el Che en medio de la batalla. La primera, en la noche del 23 con un guía que le envió Camilo. El argentino le explica sus planes de atacar Santa Clara y le pide ayuda para rendir Placetas. Camilo envía de refuerzo un fuerte destacamento que regresa el 25 luego de la liberación de esa localidad.
El propio día vuelve el Che a Yaguajay e intercambia impresiones con Camilo acerca del plan táctico a desarrollar para la rendición del cuartel y los preparativos para la toma de Santa Clara. Ernesto Guevara le dice a Camilo que no se desespere porque conoce su intención de intentar un asalto frontal, lo que ocasionaría cuantiosas pérdidas.
Pero el Señor de la Vanguardia no está cruzado de brazos. El 24 de diciembre ordena la construcción de una especie de tanque rudimentario sobre la base de un buldócer en el central Narcisa, luego Obdulio Morales. Al pesado tractor de orugas se le colocan vigas de acero revestidas con planchas de blindaje, mallas y sacos de arena, y se le monta un lanzallamas.
Dos misiones cumpliría en la noche del 25 el estrafalario tanque contra los muros del cuartel, pero el lanzallamas no poseía suficiente alcance y en su segundo intento el Dragón I fue averiado por un bazucazo, por lo que tiene que retirarse marcha atrás.
También se intentó obtener la rendición de la fortaleza tratando de incendiarla, y luego, lanzando contra su parte trasera un vagón de ferrocarril cargado de explosivos, hasta que se logra derribar en parte el muro exterior de la edificación, pero sin resultados decisivos, todo lo cual fue minando la moral de los enemigos, carentes de agua y alimentos.
Ya nada podría salvar a los sitiados: ni el apoyo aéreo de los B-26, ni los intentos de desembarco o evacuación por mar a cargo de fragatas y otras unidades de la Marina de Guerra en el litoral cercano. La situación se hizo insostenible el 31 de diciembre, cuando empezaron a disparar contra el cuartel un mortero y una bazuca enviados por el Che.
De frente de nuevo ante su adversario, Abón Lee intenta por última vez prolongar la agonía en aras del “honor militar”, pero es tal su estado y el de sus oficiales, tan patético su aspecto, y tan categórica la exigencia del Comandante Camilo, que no hay opción posible. A las cinco y treinta de la tarde del 31 de diciembre de 1958 el Escuadrón 37 arrió bandera.
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