Mirta Rodríguez, madre de Antonio Guerrero, asegura que Fidel siempre los acompañó en la batalla por el retorno de los Cinco a Cuba
Poco antes de subir la escalerilla del avión rumbo a Miami, Florida, a Mirta Rodríguez Pérez, madre de Antonio Guerrero, le anunciaron en compañía de otros familiares de los Cinco.
—Fidel los espera en su oficina.
Sabedor de lo agreste, en lo ético, de la tierra que pisarían en horas, el líder histórico de la Revolución cubana había decidido compartir con ellos aquel diciembre de 2001. La sentencia contra Gerardo Hernández, Fernando González, Ramón Labañino, René González y el hijo de Mirta era inminente.
Y hasta la sede del Consejo de Estado se llegaron, recuerda hoy la madre del Héroe de la República de Cuba. Los pasos del Fidel no eran tan largos ni inquietos, como de costumbre; su voz, más bien baja, no alimentó falsas esperanzas.
—No sabemos de cuántos años será esta batalla, les alertó, y a seguidas les describió la hostilidad del escenario al cual se enfrentarían en Miami.
—Pero, ustedes, tranquilas, tranquilas. Sus hijos no mataron a nadie; no pusieron en peligro la Seguridad Nacional de Estados Unidos, les dijo en una salida para sembrarles aliento.
La remembranza cobró vida cuando Mirta accedió esta semana a la llamada telefónica de los periodistas espirituanos, momento en que dejó a un lado el televisor, de frente del que prácticamente no se ha levantado desde que vio con sus propios ojos el cintillo aparecido en Telesur en las primeras horas del 26 de noviembre: “Falleció el líder de la Revolución cubana Fidel Castro”.
“Todavía hoy me pregunto: ¿será verdad? Yo me quedé en stop, como el resto de Cuba. Hubiera preferido haberme ido antes que él”, confiesa con la pesadumbre cubriéndole las palabras, y trata de asirse a la realidad. “No sufrió una enfermedad cruel. Se fue lúcido; hacía pocos días que había recibido al presidente de Vietnam”.
En diciembre del 2001, cuando la Corte del Distrito Federal de la Florida dictó sentencia, siempre pensó en Fidel. “Primero fue la de Gerardo: dos cadenas perpetuas más 15 años; yo dije: ¡Ahhh! Luego vinieron las otras condenas. En ese momento, me recordaba de su consejo: ‘Tranquilas…’. Cuando salíamos del edificio de la Corte, no sé cuántos periodistas querían que les diéramos declaraciones; pero no lo hicimos. Fidel nos alertó de todo eso”.
Por invitación de él —evoca Mirta—, madres, esposas e hijos de los Cinco asistieron a la Tribuna Abierta de la Revolución celebrada el 23 de junio del 2001 en el Cotorro, La Habana, donde el Comandante en Jefe profetizó: “¡Volverán!”.
“Pero no fue una palabra y ya; él se puso al frente de la batalla en medio de sus tantas ocupaciones. Movilizó a todo el pueblo por el regreso de nuestros hijos. Por esa visión que tenía, fue publicado Desde mi altura, el primer libro de poemas de Tony, escritos en el ‘hueco’. Él llegó a ir su presentación.
“Nuestros muchachos no le fallaron; Fidel fue inspiración para ellos”, añade esta madre, quien alude a los versos y pinturas que Antonio le dedicó desde la cárcel, entre estos los retratos surgidos a partir de las imágenes del fotorreportero Liborio Noval.
“El Comandante se fue, pero, al menos, pudo verlos regresar y los dejó encaminados en sus trabajos. La batalla por el regreso de nuestros hijos Fidel la echó y la ganó”, se consuela Mirta, y rememora el ajetreo formado cuando les comunicaron que él los recibiría en su casa, encuentro concretado el 28 de febrero del 2015. Enseguida se armó el correcorre, y allá fueron vestidos de completa guayabera. Con asomo de picardía, la mamá de Guerrero Rodríguez relata que los familiares de los Cinco estaban “afilándose los dientes” desde hacía tiempo pensando en que podrían vivir también ese histórico momento. “Sin embargo, no importa; Tony me contó después que eso fue tremendo; las fotos lo dicen todo. Fue como un encuentro entre padre e hijos”.
Por instantes, la voz de Mirta parece cristal; más aún cuando se acercan sus 85 años. “En su afán de cuidarme, mi hija trata de que me gaste lo menos posible, pero yo no podía dejar de cumplir con él y fui al Memorial José Martí. El Comandante se entregó a nuestra causa y yo le entregué mi soldado”.
Fidel fuistes un padre para todos los cubanos gracias por tanto amor siempre te tendremos en el corazon