Tras intentos de desestabilización en Venezuela, Ecuador y Brasil, es evidente que las campañas registradas contra Bolivia siguen el mismo patrón de los llamados golpes suaves promovidos por la derecha en Latinoamérica
El país está a las puertas de un referendo donde se decidirá si el presidente Evo Morales y el vicepresidente Álvaro García Linera pueden postularse para un próximo mandato, lo cual permitirá continuar con el proceso de cambios iniciado hace 10 años.
Pero la guerra sucia desatada por sectores de la oposición para evitar el triunfo del Sí registra niveles sin precedentes y la derecha recurre a todos los medios, incluidas las redes sociales, para tratar de dañar la imagen del jefe de Estado.
Los medios difundieron facturas inventadas para acusar al mandatario de pagar una elevada suma por un corte de cabello, lo vincularon a un supuesto tráfico de influencias y hasta manipularon fotos de una teniente policial para presentarla como una funcionaria de la empresa CAMCE, con quien el mandatario tuvo hace años una relación sentimental.
«Están denigrando la política a un nivel sin precedentes, porque como la oposición no tiene nada que ofrecer al país, utiliza la guerra sucia», denunció la presidenta de la Cámara de Diputados Gabriela Montaño, quien mostró ante la televisión documentos que prueban la falsedad de las acusaciones.
En una reciente conferencia de prensa, el presidente Evo Morales afirmó que esos mensajes de desprestigio a su persona siguen la línea y el libreto de Estados Unidos.
Con esa posición coinciden analistas políticos en la región, quienes alertaron sobre la injerencia y el apoyo norteamericano a los sectores que abogan por el NO en el referendo.
«Una conspiración contra el proceso de cambio que encabeza Evo Morales está en marcha. Tiene su epicentro en Washington DC y se implementa por medio de operadores políticos bolivianos y extranjeros», denunció el reconocido analista argentino Atilio Borón.
En un artículo titulado «Bolivia, el NO nace en Washington», el politólogo revela que Estados Unidos está respaldando las acciones de la oposición boliviana a través de sus agencias para la subversión, como el Instituto Nacional Demócrata y el Instituto Republicano Internacional.
El carácter de la brutal ofensiva estadunidense se explica por la importancia que tiene Bolivia hoy para los procesos de cambio en América Latina, particularmente después de las elecciones presidenciales en Argentina y legislativas en Venezuela, afirma Borón.
Es una realidad que en la región hay una arremetida de la derecha contra los gobiernos progresistas que utiliza diversas vías para la desestabilización.
Interrogado sobre por qué tanto acoso contra su gobierno, el presidente Morales declaró que su único pecado es luchar por la soberanía política y económica y no dejarse someter, como antes, a los dictados del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.
«Nunca nos van a perdonar habernos liberado del imperio norteamericano y que estemos mejor política y económicamente, ese es nuestro pecado», añadió.
Pocos países en el mundo lograron en tan poco tiempo los avances económicos, sociales y culturales registrados en esta nación, según muestran las propias estadísticas.
La nacionalización de los hidrocarburos y la redistribución de la renta permitieron sacar de la pobreza a más de dos millones y medio de personas.
El país fue declarado libre de analfabetismo y la economía creció a un promedio anual del cinco por ciento, uno de los más altos de la región.
Una encuesta realizada por la empresa Ipsos reveló este fin de semana que 58 por ciento de la población aprueba la gestión del presidente del gobierno del Estado Plurinacional de Bolivia.
El estudio, que comprendió a tres mil personas en 10 ciudades capitales, 10 localidades urbanas y 88 rurales, refleja que ningún dirigente político tiene el nivel de aceptación popular de Evo Morales.
La muestra fue publicada a sólo una semana de que se celebre el referendo, donde la población tendrá la oportunidad de pronunciarse sobre una reforma constitucional que permita al dignatario postularse para un nuevo período y continuar el proceso de transformaciones sociales, políticas y económicas en el país.
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