Brechas en la campaña contra el Aedes

Dos misivas instaladas en la redacción de este órgano azuzan la polémica en torno a uno de los temas más apremiantes de la Cuba de hoy: los intentos por evitar que el virus del Zika se propague por el país, como ha hecho ya en decenas de naciones latinoamericanas.

Una de las cartas es la remitida por Esther Peralta Esponda desde el espirituano reparto Román. En ella la lectora advierte que no todo en la actual campaña es color de rosa, como pareciera —opina— si se juzga por las declaraciones de algunos de sus implicados, reflejadas en este propio órgano de prensa el pasado sábado. “El entrevistado dijo, cuando se le preguntó, que en caso de encontrar cerrado un local vuelven al lugar por la tarde para fumigar (…); me consta que tal afirmación es incierta al menos en los edificios donde resido, porque el viernes 27 de febrero, cuando los compañeros uniformados de verde ejecutaron la fumigación aquí, se quedaron muchas viviendas sin fumigar, como casi siempre sucede, ya sea porque las personas están trabajando o porque se esconden, como los he visto. Muchos son profesionales de diferentes ramas, sin descontar la Salud, que no dan su ejemplo”, expone Esther.

Agrega que también se estila no mantener cerrados los locales ya fumigados durante los 45 minutos de rigor y que ambas indisciplinas quedan impunes. “Quiero que digan por este mismo medio tales hechos, que ponen en riesgo la salud de todos. Debe haber un agente junto con los operarios que vele porque se cumpla lo estipulado. Si no se toman medidas severas con quienes actúan de esa forma no creo que se logre el éxito en un breve plazo”, opina la remitente.

Otro criterio sobre el tema lo envía Dayssi Pérez Bernal desde la vivienda No. 128 de la calle Máximo Gómez, entre Frank País y Tirso Marín, en Sancti Spíritus. “No me incluyo en esa parte de la población a la cual, según aseguró días atrás el doctor Marcelo Pentón, le falta cultura de prevención”, aclara. A continuación relata las muchas gestiones que debió realizar para lograr que su domicilio fuera fumigado con líquido y no con humo, a tono con su condición de paciente con tratamiento de Neumología, debido a problemas respiratorios por alergia a toda clase de productos químicos y otros agentes.

Según narra, pese a tener y mostrar en cada oportunidad el certificado correspondiente, expedido por su médico de la familia, permaneció desde el 27 de noviembre del 2015 hasta pasada la primera mitad de febrero de este año para consumar su aspiración, no sin antes acudir a cuanta entidad implicada tuvo a su alcance.