La cúpula partidaria es opuesta al aspirante que lidera las encuestas, Donald Trump, lo que hace temer caos y una ruptura de la oposición
A casi dos meses del fin de las internas presidenciales en Estados Unidos, los republicanos se encaminan a una posible convención nacional dividida, sin un precandidato con mayoría propia. Como si fuera poco, la cúpula partidaria es opuesta al aspirante que lidera las encuestas, Donald Trump, lo que hace temer caos y una ruptura de la oposición.
Aún quedan cerca de 800 delegados en disputa, y Trump, la sorpresa imparable que desató una tormenta al interior del Partido Republicano, debe ganar al menos 498 de ellos si quiere garantizarse la nominación como candidato opositor para las elecciones presidenciales de noviembre próximo en la convención nacional de julio. Si no lo consigue, como muchos analistas pronostican y como desea la cúpula de la formación conservadora, la convención nacional será un terreno de negociación y lucha, con resultados impredecibles.
Del 18 al 21 de julio, todos los delegados electos en las primarias y los caucus (asambleas populares) de cada estado del país se reunirán en Cleveland, Ohio, para discutir y votar cuál será la plataforma política del partido y el candidato en los comicios presidenciales, que elegirán al sucesor de Barack Obama. Lo tradicional es que dos candidatos lleguen a la convención nacional: el favorito que cuenta con el apoyo o, al menos, la aceptación del aparato partidario y un referente de algún sector minoritario de esa fuerza política.
Pero esta vez los republicanos no sólo llegan fracturados, sino además sumidos en la más extrema incertidumbre. Esto se debe a que su referente más votado hasta el momento es un hombre que vino de fuera del partido, que representa la antipolítica en muchos aspectos y ni siquiera es reconocido como “un verdadero conservador” por sus correligionarios.
Una vez que terminen las primarias republicanas, el 7 de junio próximo, el Comité Nacional del Partido, un órgano formado por un hombre y una mujer de cada uno de los 50 estados, se reunirá para decidir cuáles serán las reglas de la convención en Cleveland. Algunos miembros fueron electos hace años, pero otros fueron renovados en estas primarias, por lo que no está claro si la mayoría del comité se inclinará a conservar las reglas actuales o impulsará cambios en detrimento de Trump, el empresario multimillonario cuyo discurso xenófobo y superficial enajenó a los sectores moderados. Medio estadounidenses ya especulan sobre varios cambios.
Uno de los que tendría más apoyo es modificar la regla 40, que estipula que el nominado debe contar con la mayoría de los delegados de al menos ocho estados, algo que hasta ahora sólo ha logrado Trump. El comité podría proponer que el número de estados bajara a cinco o menos, lo que habilitaría también al senador texano Ted Cruz, principal rival de interna de Trump. El problema es que cualquier cambio en las reglas debe ser aprobado luego por una mayoría de los delegados al inicio de la convención nacional.
Esta incertidumbre lleva a los analistas a advertir que nada es seguro. El veterano historiador del movimiento conservador, Lee Edwards, aseguró que las posibilidades son infinitas. “En este momento hay muchos escenarios posibles, no podemos descartar ninguno”, dijo. “Lo último que el comité quiere es dividir y romper el partido. Si aprueban cambios muy radicales, esto podría suceder”, advirtió. Edwards pronosticó escenas de “caos” en la convención, donde los delegados de cada estado discutirán, propondrán y, eventualmente, negociarán hasta conseguir una mayoría.
Los delegados están regidos por las reglas creadas por las filiales del Partido Republicano en cada estado. Por eso, en la primera votación para definir la nominación presidencial, alrededor del 95 por ciento de ellos está obligado a votar al candidato por el que fueron elegidos en las primarias y en los caucus. Si no existe una mayoría para nominar a un candidato, se llama a una segunda votación y en ella sólo el 43 por ciento de los delegados está obligado a mantener su compromiso original. Para la tercera votación, apenas el 19 por ciento. En otras palabras, después de varios intentos fallidos, cualquier delegado puede proponer un nuevo candidato como postulante de consenso. El nombre que más circula en la prensa estadounidense es Paul Ryan, el hombre que será el presentador de la convención nacional y el actual mandatario de la Cámara de Representantes, la Cámara baja del Congreso Federal. “Puede pasar, pero creo que es poco probable. En un escenario así, me imagino a los delegados de Trump abandonando el piso. Si cientos de delegados se van de la convención, eso sellaría el futuro inmediato del partido”, expresó Edwards.
Al mismo tiempo, el candidato presidencial republicano en 2012, Mitt Romnet, y el actual precandidato y gobernador de Ohio, John Kasich, se mostraron a favor de llegar a una convención dividida, mientras que el senador Marco Rubio, el último en bajarse de estas internas, sorprendió esta semana al pedir que sus 173 delegados sigan comprometidos a apoyarlo en la convención. “Rubio quiere ser un negociador clave en la convención”, dijo Edwards.
Cada día que pasa, la posibilidad de una convención dividida gana más fuerza entre muchos republicanos, lo que genera que la tensión no pare de crecer. En medio de este clima de incertidumbre, la Policía de Cleveland, la misma que protagonizó varios casos de gatillo fácil contra jóvenes afroamericanos, abrió una licitación para la compra de 2000 equipos antidisturbios y adelantó que pedirá refuerzos del resto del estado en julio durante la convención.
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