Tras una dilatada reparación capital y como el Ave Fénix resurgieron de sus cenizas la Casa de Cultura María Montejo Pérez y el Museo General de Historia de Jatibonico, dos de los escasos exponentes de la arquitectura ecléctica del pasado siglo en el municipio espirituano que no pocos creyeron ver desaparecer por esos predios.
Ministro de Cultura visita instituciones espirituanas
El proceso reconstructivo en la otrora Tertulia comprendió tres etapas: el cambio de cubierta y carpintería, la colocación del cielorraso, el lunetario, la ejecución de los camerinos con baños interiores, así como el rescate de la cantina del patio; por último, se acometió la sustitución del piso del portal, la conservación de la galería y el acondicionamiento total de la sala-teatro, labores que requirieron de la ejecución de 625 000 pesos aproximadamente.
“Una vez dije a la prensa que a lo mejor no me alcanzarían las fuerzas para ver en pie la mansión de la calle Cisneros, donde he vivido mis muchas juventudes, inspiradoras de cientos de consejos a mis niños, los mismos que casi siempre han ganado los primeros lugares de los talleres literarios en la provincia y el país; en hora buena me equivoqué, por ello, parafraseando a Dulce María Loynaz, hoy estoy feliz porque veo maderas preciosas por todas partes y huelen para mí”, dijo Iluminada Salinas Gil, la única filóloga de la ciudad mientras regalaba sentidas palabras desde el auditorio.
Y aunque atrás quedaran aquellos días lluviosos del 2012, la instructora de danza Yarilis Montes no puede borrar de su memoria cuando suspendió el ensayo por las intensas precipitaciones y una avalancha de tejas y añejas tablas cayeron sobre las lunetas: “Donde mismo estarían sentadas las madres y otros pequeños que disfrutaban del espectáculo”, rememora la profe ahora desde Venezuela, y al mismo tiempo dice sentirse emocionada y ansiosa de estrenar el tabloncillo de lujo colocado en el teatro de la casona neocolonial.
Ni siquiera el doctor Cándido González, uno de los benefactores de la antigua Sociedad Liceo, reconocería la nueva fisonomía del actual inmueble valorado con el grado de protección uno por la Comisión Provincial de Patrimonio; capiteles y pretiles fueron restaurados y sus puertas monumentales volvieron a enmarcarse en los mismos sitios que ocuparon en 1930, cuando los espaciosos salones de la residencia conjugaban educación y celosas conspiraciones de quienes ansiaban una Cuba libre.
“Se rescató un edificio que nunca debió haberse sumido en el olvido, pero, más allá de los recuerdos no gratos, hay que agradecer el marcado interés mostrado por el propio ministro de Cultura, pues desde su última visita el proceso reconstructivo se agilizó”, aseguró Antonio Sotolongo, conocido en su tierra como Ñico, el de Cultura, el mismo que no podía creer hasta que vio con sus propios ojos que desde la capital llegarían además un equipo de audio de estreno con referencias, consola, bafles y micrófonos.
Y así, un verde esperanza, húmedo aún, en las paredes del coliseo cultural combina con alfombras carmín, cortinas y telones azules prestos a mostrar en medio del escenario el estremecimiento telúrico del amplio movimiento de artistas aficionados que siempre caracterizó sus famosos festivales de interpretación musical Mayelín in memórian, las fiestas del teatro o las danzas de Yarey, invitados en tres oportunidades a La Habana para el cumpleaños del Comandante en Jefe Fidel Castro.
Nuevos locales para las clases de literatura y artes plásticas y la puesta en funcionamiento de la galería de arte del recinto se unen a las buenas nuevas de la reapertura. Asimismo, el segundo nivel de la edificación se convirtió en sede de la Asociación Hermanos Saíz, una plaza para pensar el arte de vanguardia, de acuerdo con su presidenta en Jatibonico, Adilis García Veitía, la cual aseguró ya preparan el Festival Nacional de Rock Puente al Metal, en aras de celebrar el acontecimiento.
Otra vez las bayonetas de España se encuentran de frente al machete mambí en el Museo General de Historia, y el Hacha Petaloide Precolombina, considerada por el doctor Pedro Pablo Godo como las más perfecta y conservada de Caribe, se expone en una de las vitrinas reservadas a la cultura aborigen.
Ricardo Guardarramo Román, director de la referida institución, confiere prominencia a las colecciones que atesora desde hace décadas, pues —dice— un conjunto de cartas manuscritas por varios de los generales de nuestra guerras independentistas, entre ellos Serafín Sánchez, podrán exhibirse al público gracias al nuevo conjunto de muebles mandados a hacer para el guion museográfico.
Porcelanas, lienzos y las copas de bacará donde antaño sirvieron el vino amargo de la neocolonia vuelven al comedor ambientado en la segunda mitad del siglo XX. El buró del cuartel de la Guardia Rural y el afiche del golpista recuerdan al visitante que la de de hoy es otra historia: una que desde ayer devolvió a Jatibonico el verde esperanza al “Fénix de la Cultura”.
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