El presidente de Costa Rica, Luis Guillermo Solís, pidió en Washington cambiar la ley que privilegia a los migrantes cubanos
“La migración cubana es privilegiada en Estados Unidos. Hasta que esas medidas de alguna manera no cambien, seguirá siendo una circunstancia muy atractiva para los cubanos abandonar la isla”, dijo Solís durante un foro en el Wilson Center, un centro de análisis en la capital estadounidense.
El tema migratorio formó parte de reunión del mandatario con el vicepresidente estadounidense Joe Biden, previo a un encuentro con el presidente Barack Obama.
Solís reconoció que en un año con elecciones presidenciales en Estados Unidos y un inminente cambio de gobierno en 2017, una reforma de la legislación, conocida como Ley de Ajuste Cubano, “no es probable”.
Desde 1966, esa ley privilegia con permisos de residencia y trabajo a los cubanos que emigran ilegalmente a Estados Unidos.
Pero hay “acciones ejecutivas que pienso Estados Unidos debe considerar”, apuntó el mandatario, quien se expresó en un cuidado inglés ante el foro de especialistas y periodistas.
Entre octubre y marzo, Costa Rica recibió a unos 8 mil cubanos, que finalmente y tras negociaciones con sus vecinos y México, siguieron su ruta hacia Estados Unidos.
“La migración cubana tiene una lógica propia”, dijo Solís.
Pero desde entonces, el gobierno costarricense ha endurecido sus políticas. A principios de mes advirtió que deportaría a los cubanos que ingresen ilegalmente a su territorio.
Costa Rica aún debe adaptarse a la situación, dijo Solís, señalando que aunque el pequeño país recibió refugiados durante las sangrientas guerras civiles centroamericanas de la década de los ochenta y absorbe una constante migración de nicaragüenses, su condición de puente hacia Estados Unidos es novedosa.
“Nunca habíamos tenido esta experiencia en Costa Rica (…) Es un fenómeno completamente diferente”.
Además de cubanos, las autoridades han detenidos a numerosos haitianos, así como otros migrantes “extracontinentales”, provenientes de África y Asia, que traen nuevos desafíos lingüísticos y culturales, señaló.
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