El servicio de Correosemn la provincia de Sancti Spíritus ha visto reverdecer algunas de sus prestaciones más emblemáticas
Hablar del servicio de Correos es como alborotar un avispero, al menos en la ciudad de Sancti Spíritus, donde se manifiestan las mayores irregularidades asociadas muchas veces al arribo de los bultos postales y al desempeño del cartero, un oficio insustituible incluso en medio de las modernidades de comunicación y conectividad.
Difícilmente Escambray descubra algo que el cliente no sepa, porque esta actividad existe para servir a la sociedad y cuando fallan sus mecanismos tales fisuras quedan a la vista pública.
No obstante, este órgano de prensa puso oído a los criterios: “La prensa se demora y a veces no llega”, “El cobro del periódico por adelantado no falla”, “Me traen la carta, pero tengo que bajar del quinto piso a recogerla”, “El cartero de mi zona cambia tanto que no da tiempo a conocer a ninguno”, “Dice que estuvo tres días sin traer el periódico porque tenía la bicicleta rota y las piezas las tienen los particulares a precios elevados”.
Con ese inventario de opiniones Escambray tocó a la puerta de la Empresa de Correos Sancti Spíritus, no solo para seguir el hilo periodístico, sino también para conocer la cara interior de un servicio con problemas diversos, carencias y, a todas luces, poco apoyo.
Enhorabuena el diálogo, porque no fue este un caso en que la fuente pretende esquivar la información al pueblo. La dirección de Correos se miró por dentro y, si bien es cierto que la solución del mal servicio depende de algo más que de la autocrítica, reconocer las insuficiencias debe ser siempre el punto de partida.
“Es una falta de respeto al pueblo que un cartero lleve la factura del teléfono y no la prensa; cobrar el periódico por adelantado es una necesidad de Correos para organizar la distribución del mes siguiente y poder llevarlo al domicilio, pero que después falle la distribución algunos días y no se devuelva el dinero al suscriptor es un problema de control administrativo”.
En tales términos habló la Dirección Provincial dio por sentado que ningún planteamiento le es ajeno; mas, si algo lacera hoy la imagen de la empresa es la inestabilidad de los carteros con todo lo que ello representa, y también la demora de la llegada de la prensa a no pocas comunidades rurales.
Al parecer nada tiene que ver el tamaño de la ciudad, porque de los 116 inscritos en la plantilla provincial, 24 pertenecen a Sancti Spíritus, cifra nada pequeña para atender las áreas, solo que, el día de nuestra visita, por ejemplo, faltaban ocho.
Usted dirá: “¡Todavía quedan 16!”, pero no todo es cuestión de números. Las zonas sin cartero deben cubrirse por los de las áreas colindantes u otro personal de la entidad, una alternativa de solución, pero lo que debía llegar por la mañana puede recibirlo el cliente al final de la tarde o días después.
Harina de otro costal es formar nuevos carteros, algo habitual en los últimos tiempos, y un aprendizaje que exige ponerle al lado a otro de experiencia, lo cual implica cierta desatención al área de ese compañero.
“Cualquiera tira el periódico, pero cualquiera no asume todas las funciones de un cartero, como pagar al jubilado, llevar un giro, dominar la diversidad de suscripciones de prensa que existen en una misma cuadra, conocer las tarifas de los servicios”, aclaran los directivos de la entidad.
Con un sistema de pago a destajo —todo lo cobra— que puede dejar ingresos promedios al mes de 600 pesos y más, el puesto de cartero no parece el peor de los oficios; sin embargo, los de nueva formación son los que más fluctúan y la empresa tiene plazas por cubrir.
No puede achacarse como la causa principal, pero la falta de bicicletas y el deterioro de las que aún ruedan aparecen entre los obstáculos para el buen servicio. Debe considerarse, además, un elemento de desmotivación a la hora de captar nuevos carteros.
Aunque en Trinidad está la excepción y hay uno, reconocido por cierto, que realiza su labor a pie, no se concibe a este trabajador sin un medio de transporte, útil no solo para moverse, sino para trasladar la mercancía. Conozca que en Sancti Spíritus hay carteros que reparten en el día hasta 600 suscripciones de periódicos, más las facturas del teléfono, las cartas, avisos, los giros, etc.
Desde hace cuatro años no se entregan bicicletas y la empresa dispone de presupuesto para adquirir una per cápita, pero la oferta no existe. Tampoco se entiende que Correos no pueda comprar gomas en el Comercio Minorista, porque lo orientado es que son para la población. ¿Quién es el más perjudicado con la inmovilidad del cartero? ¿Se caerá el mundo porque de 100 gomas se decida que 20 o 30 se destinen a ese sector?
Mientras la cabecera provincial acapara el mayor cuestionamiento por el mal servicio, resulta llamativo que un territorio como Fomento, en las mismas condiciones, exhiba un buen funcionamiento, según confirma la dirección de la empresa.
Lejos de achicarse en plena era de modernidad tecnológica, el servicio de Correos ha visto reverdecer algunas de sus prestaciones más emblemáticas. De un lado, la correspondencia ordinaria apenas pasa de las 3 000 cartas al mes; sin embargo, la correspondencia certificada supera en un mes las 30 000, crecimiento experimentado, fundamentalmente, en el sector estatal.
De un tiempo hacia acá los giros se han incrementado en la provincia y las cifras mensuales rondan los 8 000; no obstante, prevalece la incomodidad de poder enviar solo cifras pequeñas, lo que obliga a mandar varios giros cuando se trata de una cantidad considerable de dinero.
También resalta el alza en el territorio de los bultos postales internacionales actividad alrededor de la cual se producen constantes reclamaciones, asociadas muchas veces a trámites fuera de la frontera provincial.
Cada una de estas prestaciones lleva implícito el aviso o la entrega al cliente particular y estatal, misión que recae sobre el cartero, quien, según consta en el reglamento laboral de la entidad, solo está obligado a subir a los pisos altos de los edificios cuando lleva la correspondencia certificada.
Brindar más apoyo a este sector y transformar un servicio atado al bienestar de la sociedad resulta más que un reclamo, una necesidad en estos tiempos en que la premura de la vida diaria se alivia cuando el cartero llama, aunque sea una vez.
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