Una adolescente jatiboniquense fue una de las protagonistas de la gala que homenajeó el cumpleaños 90 de Fidel Castro
Las palabras se desvanecen cuando las emociones son demasiado fuertes. El mundo parece que deja de girar a tu alrededor y atinas a enfocar tu mirada hacia un solo punto. Aunque el reloj continúe su ritmo habitual, tu vida toda se acomoda a ese instante.
De esa forma sintió la jatiboniquense Sucel Pérez Martínez la tarde del 13 de agosto, cuando bajo sus pies encontró el escenario del Teatro Karl Marx, durante la celebración por el cumpleaños 90 de Fidel Castro.
“Tin nos había dicho que por la edad y su estado, a lo mejor él no asistía, pero que eso no era motivo para que la obra tuviera errores. Había que derrochar mucha alegría y energía para que mediante su hermano Raúl le llegara nuestro trabajo”, rememora esta adolescente de 13 años, estudiante de la secundaria básica Heriberto Felipe Arnado de Jatibonico.
Sin imaginarlo, en esa histórica tarde ella, quien hasta finales del mes de julio conocía desde lejos la Compañía Infantil La Colmenita, se convirtió en invitada de una de las fiestas más importantes celebradas en el país porque Cuba le cantó: ¡Felicidades Fidel!
“Cuando él llegó al teatro, todo el mundo se desconcentró. Muchos de los niños y niñas, incluso hasta los más pequeños, lloraron. A mí se me aguaron los ojos varias veces. Ese día, un sueño se convirtió en realidad”, cuenta aún emocionada, mientras repasa cada detalle de aquellos juegos en que conoció más sobre el Apóstol, principalmente cuando le tocó el turno de desgarrar su alma en uno de los ensayos mientras intentaba evitar que Abdala la abandonara.
En esa jornada Carlos Alberto Cremata Malberti (Tin) y todo su equipo, otra vez, demostraron su extraordinaria capacidad de trabajo. El escenario del legendario teatro capitalino se convirtió en una verdadera aula martiana. Entre sus alumnos estuvo atenta Sucel Pérez Martínez, quien junto a otra adolescente santiaguera eran las únicas que no formaban parte del grupo infantil.
“Mediante una amiga de mi tía, con quien fui a pasarme 15 días de vacaciones a La Habana, llegué a la sede de La Colmenita, donde desde hacía seis meses estaban ensayando el espectáculo. Me acogieron de inmediato. Entre los tantos talleres que allí se imparten, pude disfrutar el de Crecer con Martí, donde con juegos, los niños se aprenden los Versos sencillos. Tin dice que eso se hace sin presión para llegarle de verdad al corazón del Héroe Nacional”, expresa.
“Nunca imaginé que me dejarían actuar con tan pocos días de ensayo y sin nunca haber estado en algo de esa magnitud. Al saberlo, brinqué, grité, me sentí feliz. Nos habían dicho que no miráramos la cámara y sí a quienes actuaban. Cuando me desconcentraba, recordaba el consejo porque no podía decepcionar a quienes habían confiado en mí”, añade.
Pero, los lógicos nervios no afloraron por las dimensiones del teatro, sino por la grandeza de una fiesta con tantos amigos de siempre, muchos de los que construyeron junto al cumpleañero gran parte de nuestra historia.
“Al final de cada actuación La Colmenita siempre hace un círculo y canta y, justo cuando estábamos en eso, se nos unieron varios de los asistentes: Gerardo y Adriana, Tony, Abel Prieto, Miguel Díaz-Canel y otros invitados que vinieron desde Venezuela y Colombia. Nos felicitaron con palabras muy bonitas. Por ejemplo, Tony agradeció al grupo y, por supuesto, al resto del pueblo cubano, porque por su constante participación en la causa ellos hoy podían estar en esa fiesta”.
“También fue muy lindo compartir con grandes de la cultura cubana como Omara Portuondo, Pancho Amat, Eusebio Leal. Pude ver de cerca a casi todos los participantes porque antes de comenzar estuvimos en el lobby dándoles la bienvenida, tal y como se hace en cualquier celebración”, agrega.
La presencia de Sucel Pérez Martínez en esa histórica tarde provocó que gran parte de Jatibonico se detuviera. Más de una lágrima de orgullo porque una de sus hijas estuviera en el gran homenaje brotó en esa jornada.
“Muchas personas me vieron. Todavía me felicitan. Ya tendré muchas historias que contar cuando llegue a la escuela porque de verdad fue una de las mejores cosas que me ha pasado en la vida”, aclara.
Aunque hasta ese minuto nunca imaginó subir a un escenario, a partir de ahora Sucel Pérez Martínez se sabe una persona diferente. Aprendió algunas técnicas teatrales, un poco más de nuestra historia y descubrió que hay instantes que se vuelven eternos.
“Delante de mí hablaron sobre el viaje que harán en diciembre al Pico Turquino. Ojalá pueda ir. De cualquier manera, jamás olvidaré esa experiencia, no solo por conocer a esa gran familia que me acogió como si me conocieran de siempre o porque estuve muy cerca de Fidel, sino por lo que Díaz-Canel nos transmitió, al decirnos que en ese momento La Colmenita había sido Cuba”.
(Por Lisandra Gómez Guerra y Mairelys Valdivia)
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