La artista de la plástica Luisa María Serrano (Lichi) expone una singular muestra de dibujos en la sede espirituana de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac)
Humor, ironía, dulce sarcasmo son componentes sustanciales de la artista espirituana Luisa María Serrano (Lichi), quien vuelve a los predios del dibujo a tinta con una serie de pequeño formato que se exhibe durante el presente mes en la sede espirituana de la Uneac.
Hacía más de dos décadas que no armaba una muestra personal con esta técnica con la que tantos lauros cosechó en los salones de artes plásticas. Ahora para complacer a los nostálgicos de siempre la vemos de nuevo sumergida en los vericuetos de la línea monocroma con el virtuosismo acostumbrado y los deseos de revelar en lo cotidiano la existencia humana.
Con el sugestivo título de Días de radio, verdadero referente al nostálgico filme de Woody Allen de 1987, la artista rinde homenaje al programa radial espirituano Como lo oyes, al que considera un compendio del buen saber popular con informaciones que registran los estados de opinión de los radioyentes. Allí se concentran los latidos locales saturados de desesperaciones, esperanzas, extravíos, quejas, sin desdeñar las noticias culturales, políticas y deportivas. Se trata de captar lo efímero de la información radial en la perdurabilidad del dibujo sobre cartulina, alineándose así a los postulados posmodernos de la temporalidad transitoria y variable. Es el reconocimiento a la otredad.
Un breve recorrido por la trayectoria artística de Luisa María Serrano habría que iniciarla en 1965 cuando se vincula al Taller Libre de Artes Plásticas de Sancti Spíritus, donde conoció los principios del dibujo y la pintura. A partir de 1968 se especializa en el dibujo, técnica que le permitió acumular más de una veintena de premios. De 1995 al 2008 reside en Venezuela, donde aprende la técnica del tapiz a punto cruz. Ha participado en numerosas exposiciones y salones competitivos de artes plásticas. Cuenta con más de una docena de muestras personales de dibujos y tapices y ha integrado cerca de 50 colectivas. Posee el Premio Nacional Memoria Viva por sus aportes a la cultura cubana.
A pesar de su dilatada labor profesional, Lichi no ha renunciado a su anterior poética registrada en tapices, más bien retoma aquellos componentes que la identifican como la captación del diario vivir, con sus personajes pueblerinos y esos actos de permanente supervivencia de quienes viven al margen de las grandes historias; de nuevo el guiño posmodernista. En definitiva, el programa radial tomado como matriz informativa tiene la virtud de ofrecer la medida de cómo se encuentra el entorno inmediato, que es su propia realidad.
Con tales microhistorias se retoma el principio de la interconectividad donde cada espectador se convierte en sujeto del hecho radial capaz de magnificar sus inquietudes individuales. Ante las limitaciones al acceso de todos a Internet, la comunicación radial sustituye la comunicación masiva del potencial usuario. Es así como se subraya que estamos viviendo aún días de radio, a pesar de la existencia de la televisión y la prensa escrita. La ironía no podía ser más sutil, retomando la metáfora de la serpiente que se muerde la cola hay un retorno a tiempos pasados.
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