A Río de Janeiro le quedan las riberas de sus Juegos. Todo cuanto se sabe es que Estados Unidos será otra vez campeón por países y que el Presidente interino de Brasil Michel Temer no asistirá a la ceremonia de clausura tras el abucheo de la apertura
De Cuba, que es lo que interesa, se espera que, al igual que en Londres, realice un sprint final como el de kenyanos, etíopes y hasta británicos en las carreras de fondo.
Ya que están en la capital de las telenovelas, los cubanos por caprichos del calendario definirán su posición en las tres fechas finales y, según el guion y los personajes involucrados, pudiera terminar donde se propuso: entre los 20 mejores países del mundo. Si se fijan bien, el décimo lugar sumaba este viernes apenas siete títulos y solo seis “superhombres” habían rebasado la decena de doradas.
Mas, este sábado la tabla puede cambiar bruscamente sus posiciones cuando dos personajes principales: Arlen López y Robeisis Ramírez, suban al ring para confirmar al boxeo como “el bueno” del folletín brasilero, incluso aunque a algunos les parezca que la nave pudo hacer más, como si el resto de los púgiles no tuvieran calidad igual o superior, amén de las arbitrariedades arbitrales que están siempre en el guion olímpico.
Con una de oro garantizada por Julio César La Cruz y otras tres de bronce (Erislandy Savón, Yoanis Argilagos y Lázaro Álvarez), la eficiencia ha sido alta, tal como la lucha greco, con mucho mejor average, pues tres de sus cinco representantes llevaron a Cuba hasta el primer lugar por países en esta disciplina, gracias al oro seguro de Mijaín López, el esperado de Ismael Borrero y la plata de Yasmani Lugo, que vino a aportar ese desenlace que no se espera en todo culebrón.
Otros actores, no tan secundarios, también pudieran ayudar a Cuba a concretar su compromiso: el taekwondoca Rafael Alba, si puede desplegar el ataque que lo convirtió en campeón mundial del 2013 y bronce en el 2015; aunque con lo visto aquí para ganar no basta el aval. También los luchadores de libre Reineris Salas (86), Javier Cortina (97) y Alejandro Valdés (65).
Y Sancti Spíritus estará pendiente de los capítulos finales. Concluida la actuación de 10 de sus 11 representantes, estará pendiente de su última opción de medallas y por eso remará hoy junto a Serguey Torres, quien en dupla con Fernando Jorge en la canoa (C-2) se convirtió en el único piragüista cubano en pasar a la final A al ganar el segundo heat de las semifinales.
Una de las esperanzas más cercanas se esfumó en los puños de Yosbany Veitía, quien perdió en cuartos de final en los 52 kilogramos y quedó sin opciones de medalla ante el chino Jianguan Hu, cuyos golpes inclinaron la balanza de los jueces.
Del resto no se esperaba más de lo que hicieron, aunque no tan magro como la martillista Yirisleidis Ford, con sus tres fouls que le impidieron al menos avanzar con un disparo del tamaño del que le abrió las puertas a Río.
En “lo que usted vio”, un aparte para la dupla del voli de playa, que con su quinto escaño dio una clase magistral de cómo se pelea con el corazón cuando los rivales te superan en abolengo, y también para Manrique Larduet, por su valor de exponer su tobillo en una competencia de leones.
Terminados los tiempos de las vacas gordas, Cuba escribe hoy el guion que puede, pues si analizan el medallero, excepto las grandes potencias, la mayoría concentra sus conquistas, más que en la diversificación, en determinadas disciplinas, como Jamaica y sus velocistas, capaces de llevar a su país a liderar entre las naciones latinoamericanas y caribeñas.
Con récords mundiales y olímpicos que caen a montones, los juegos de Río enseñan que ya por las tecnologías, ya por el talento, ya por la globalización, las competencias son cada vez más encarnizadas, aunque para ello africanos se conviertan en europeos y cubanos compitan por otras banderas y desbanquen a sus compatriotas.
Brasil, a pesar de los abucheos de su público a más de un atleta, de la piscina que debió cerrar por el cambio de color y hasta por la carestía de un líder de país, parece cerrar unos buenos Juegos. Para ser una tierra de pura samba, Cuba ha podido dar sus pasillitos de son.
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