A más de un siglo de su descubrimiento el reestudio del lugar permitió encontrar restos óseos de especies extintas y no extintas
Recientes indagaciones en el sitio paleontológico Las Llanadas, realizadas por investigadores y colaboradores del Museo Nacional de Historia Natural de Cuba (MNHNC), del Gabinete de Arqueología de la Oficina del Historiador de La Habana (OHC) y del municipio de Yaguajay, reabrieron el interés científico por uno de los yacimientos de vertebrados más importantes del Cuaternario cubano y cuyos primeros hallazgos fueron revelados al mundo por el naturalista Carlos de la Torre Huerta, a inicios del siglo pasado.
Ernesto Aranda Pedroso, curador de anfibios y reptiles fósiles del MNHNC, precisó que más de 100 años después en el depósito aparecieron nuevamente restos óseos de especies extintas y no extintas que reafirman la importancia del lugar y permiten dilucidar una parte de la historia ambiental de la zona así como ampliar los conocimientos sobre el área y la región.
Tanto Aranda Pedroso como los investigadores Joao Martínez López, curador de mamíferos fósiles del MNHNC y Osvaldo Jiménez Vázquez, arqueozoólogo del Gabinete de Arqueología de la OHC, reconocen que, además del interés histórico, los hallazgos le dan valor biológico de endemismo a la zona, toda vez que 9 de las 17 especies encontradas pertenecen a animales endémicos de Cuba, entre extintos y vivientes.
De acuerdo con el Informe Técnico emitido por el MNHNC en los trabajos de excavación acometidos en abril del 2013 se extrajeron del sedimento alrededor de 2 030 piezas, la mayoría de ellas (97.7 por ciento) fragmentadas en pequeños pedazos carentes de valor taxonómico, lo que dificulta a su vez la interpretación y valoración de los resultados.
Explica la fuente que la ciencia cubana desconoce hoy la cantidad exacta de materiales paleontológicos extraídos del sitio en el siglo pasado, no obstante, se sabe que una muestra significativa está depositada en el Museo Americano de Historia Natural de Nueva York, en Estados Unidos y que durante aquellas primeras excavaciones (1910-1913) los restos hallados se describen fundamentalmente como perezosos extintos.
Subraya Aranda Pedroso que los restos óseos encontrados en las primeras décadas del siglo pasado despertaron desde entonces el interés en la comunidad científica, porque se trataba, en principio, de más piezas del perezoso gigante extinto de Cuba, la especie Megalocnus rodens.
“Estos restos se sumaban a los ya encontrados varios años antes en los baños de Ciego Montero, Cienfuegos, lo que constituyó una gran oportunidad para ciencia cubana de poder ensamblar los dos únicos ejemplares exhibidos en el mundo de esta especie a partir de las piezas halladas en ambos sitios. Uno de estos ejemplares se encuentra en el Museo Americano de Historia Natural de Nueva York, y el otro se exhibe en el Museo Nacional de Historia Natural de Cuba”.
Agrega que tratándose también de perezosos extintos, otras tres especies fueron reportadas allí, pero con la particularidad de que dos de ellas (Acratocnus antillensis y Neocnus gliriformis) fueron identificadas para la ciencia cubana por primera vez, por lo cual se declaró Las Llanadas como la localidad tipo para las mismas.
Este yacimiento paleontológico está localizado geográficamente en la Sierra de Meneses y Cueto (Lomas de la Canoa), al norte de la Sierra de Jatibonico, y clasifica dentro del escaso 8 por ciento de los sitios paleontológicos abiertos registrados para Cuba.
De acuerdo con el dictamen emitido por las excavaciones más recientes, las especies localizadas en el yacimiento —anfibios, reptiles, aves y mamíferos, entre otros— corroboran el tránsito del mismo por el ambiente de sabana, antes de llegar al actual, que es el de mayor elevación.
Apunta el especialista que las perspectivas de investigación actuales, la interdisciplinariedad de ciencias aplicadas y el uso de tecnologías de información permiten incrementar los resultados científicos a partir de los materiales extraídos del depósito, además de un mejor análisis de la geomorfología del lugar, sus características geográficas y los procesos de formación del yacimiento, entre otros.
“El yacimiento como tal se encuentra en buen estado de conservación, las fuentes de agua siguen alimentando la fisura cársica y la inundan casi todo el año. De la excavación de principios del siglo XX no quedó descripción de cuál fue la magnitud de su alcance, suponemos que fue profunda por una foto publicada en The Journal of the American Museum. Una posible consecuencia de esa excavación es que la mayoría de los restos encontrados ahora están fragmentados y son pequeños, pues los más grandes y llamativos fueron extraídos”, manifiesta Ernesto Aranda.
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