A pesar de su apariencia infantil, Diana Esther Aparicio, la delegada del Poder Popular más joven de la provincia, se ha ganado el respeto de sus electores en Cabaiguán
La pregunta ya no la mortifica tanto y con el tiempo se fue acostumbrando a que la miraran con aquella interrogante que en un principio la turbaba y ahora espera pacientemente, a sabiendas de que quien no la conozca la va a repetir.
—¿Vienes de parte de la delegada?
—No, yo soy la delegada
A pesar de que han pasado más de dos años desde que por primera vez, a los 17, sus vecinos la eligieron allá en la Circunscripción No. 59 en Cabaiguán, la apariencia de la veinteañera Diana Esther Aparicio Torres continúa siendo la de una niña avispada.
Pequeñita y menuda, de mirada clara y con ese verbo abierto e irreverente que solo los niños con capaces de exponer, su figura se escurre por cada rincón de la sede del Poder Popular en Cabaiguán, donde funge como funcionaria de las Comisiones de Trabajo de la Asamblea, algo que se empeña en compartir con sus estudios de Licenciatura en Español y Literatura y su labor como delegada, la más joven de la provincia.
Lo que un día empezó de forma espontánea, tal vez por ese hábito de hablar y hablar sin parar con la gente del vecindario, terminó con el susto de verse nominada por los electores de la zona de La Curva-Colorado, en el Consejo Popular Punta de Diamante.
“Esa primera vez fue tremendo porque mi contrincante era el presidente del CDR, una gente conocida y con trayectoria; no pensé que me eligieran, por eso cuando me dijeron: ‘Saliste tú’, me asusté. En el momento de la presentación yo oía los murmullos y decían: ‘Mira, es una muchachita’. Basilio, el presidente del Consejo Popular, me ayudó mucho y fui perdiendo el miedo, aunque cuando llegaba a las empresas todo el mundo creía que yo iba de parte de la delegada. Ya no, ahora soy ‘viejita’ en esto”.
Su locuacidad sin límites la lleva a contar con lujos de detalles la primera rendición de cuenta, la incertidumbre de qué iba a decir cuando llegara el momento y el temor de no tener nada que ofrecer. “Yo pensé que me iban a empezar a pedir cosas, pero no, me acogieron bien y con la ayuda de los propios electores le cogí el hilo y juntos fuimos haciendo cosas, aunque nos queda pendiente el arreglo de los caminos”.
De carretilla comienza a hablar de la familia y su apoyo en esta aventura que mucho tiene que ver con el temperamento de una muchacha que también es técnica en Construcción Civil y que a los 18 años no la asustó ni el hecho de tener que dar clases a dos grupos de grandulones, todos varones, estudiantes de esa especialidad. Después sonríe con picardía y confiesa que tiene su otro yo en una gemela que en nada se le parece ni física ni espiritualmente.
“Hay días en que no sé qué hacer y me turbo porque los sábados me coinciden las sesiones de las asambleas con la Universidad y no me puedo dividir en dos, pero todo el mundo me apoya, dejo todo listo y voy a mis clases. Mis amigos me dicen que soy muy recta o estoy loca, no es así, lo que quiero es abrirme camino en la vida”.
Por la zona de La Curva, la pequeña Diana se ha convertido en alguien imprescindible para gente como Cusi, quien desde el punto de venta de la Agricultura Urbana la siente cono una amiga que busca conversar con él y los demás hasta en su tiempo libre.
“Increíblemente me gusta mucho saber cómo piensa la gente, lo que hago dentro del Poder Popular me viene como anillo al dedo. Tengo muchas ansias de superarme porque eso es imprescindible, sé que hablo demasiado, pero me complace escuchar a los demás; eso forma parte de mi función como delegada, algo que pretendo mantener hasta que los electores quieran”.
Escambray se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social, así como los que no guarden relación con el tema en cuestión.