La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, denunció este 12 de mayo una vez más el golpe de Estado de que fue víctima y llamó al pueblo a mantenerse movilizado, unido y en paz para batallar por la democracia
Ya viví muchas derrotas y grandes victorias, pero nunca imaginé que sería necesario luchar de nuevo en mi país contra un golpe, expresó la mandataria en una declaración hecha poco antes de abandonar el Palacio de Planalto.
Rousseff advirtió que la lucha por la democracia es permanente, no tiene fecha de terminación, y dijo que salir victoriosos de la misma «dependerá de nosotros».
Refiriéndose al proceso de juicio político admitido hoy en el Senado Federal, reiteró que se trata de un impeachment fraudulento, un verdadero golpe.
No cometí crimen de responsabilidad alguno, solo hice lo que la ley me autorizaba a hacer; fueron actos legales, correctos, necesarios, manifestó Rousseff antes de desmontar, una vez más, la falsedad de las acusaciones que le fueron imputadas.
Enfatizó que fue un proceso completamente injusto y, por consiguiente, doloroso. No hay injusticia más devastadora que condenar a un inocente; eso ocasiona un daño irreparable, acotó.
La Presidenta advirtió, asimismo, sobre los riegos que derivan de un gobierno sin votos e ilegítimo, como el que tomará posesión a partir de hoy por un período de hasta 180 días en los que permanecerá apartada del cargo.
Es un gobierno nacido de un golpe, de una especie de elección indirecta y sin la legitimidad requerida para implementar las soluciones que requieren los enormes desafíos que tiene por delante Brasil, señaló.
Dilma Rousseff subrayó que ejerció un mandato digno y honesto y ratificó que luchará, con todos los instrumentos legales a su alcance, para defenderlo y honrarlo hasta el fin del mismo, el 31 de diciembre de 2018.
El destino -dijo- me reservó muchos y grandes desafíos y conseguí vencerlos; pero hoy sufro una vez más el dolor de la injusticia, al ser víctima de una farsa jurídica y política.
Después de concluir la declaración, y acompañada del ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, la jefa de Estado se dirigió a las afueras del Palacio de Planalto, donde miles de personas la aclamaron y lanzaron pétalos de flores a su paso.
En un improvisado discurso allí, reconoció que este era un día muy triste para ella, pero a seguidas afirmó que todo el cariño y apoyo que estaba recibiendo hacían disminuir su tristeza para transformarla en un momento de alegría.
Dilma alertó que ahora están en juego la democracia construida con la resistencia de millones de brasileños y las muchas conquistas alcanzadas en los últimos 13 años de gobiernos encabezados por el Partido de los Trabajadores (PT).
Advirtió además que los gobiernos ilegítimos suelen caer en la tentación de reprimir las protestas y movilizaciones sociales, coartar las reivindicaciones, y reducir -hasta acabarlas- las políticas sociales.
También señaló que se viven momentos en los cuales andan sueltas por ahí las fuerzas de la injusticia y la traición, y terminó agradeciendo a todos los que en los últimos meses salieron a las calles para decir un no del tamaño de Brasil al golpe.
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