La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, denunció que el pedido de impeachment que tramita en estos momentos el Senado federal es no solo un golpe de Estado, sino también una injusticia contra ella
Sin delito de responsabilidad, (el proceso de juicio político) es el más descarado golpe, además de una injusticia no solo contra mi persona o mi mandato, sino contra la democracia y los 54 millones de brasileños que me respaldaron con sus votos, remarcó la jefa de Estado.
Durante una ceremonia de entrega de unidades habitacionales construidas por el programa Mi casa, mi vida, en Salvador, Bahía, Rousseff insistió en que admitir un impeachment sin causa es una cuestión grave.
Quien puede, sin ninguna consecuencia, proponer al país un golpe, puede también practicar cualquier otro acto, alertó.
Reiteró también que ella no cometió ningún crimen de responsabilidad -del cual se le acusa- y tampoco recibió nunca sobornos, no tiene cuentas fuera del país, ni es acusada de corrupción.
Lo más extraño, dijo en alusión al titular de la Cámara de Diputados Eduardo Cunha, es que me juzga un corrupto; una persona que todo Brasil sabe tiene cuentas (sin declarar) en el exterior y es además acusado por la Procuraduría General de la República (de corrupción y lavado de dinero).
Rousseff señaló también que ese impeachment sin delito constituye una alternativa de hacer una elección indirecta por parte de aquellos que no tienen votos.
Si ellos quieren llegar al poder y no tienen delitos, solo tienen un camino: disputen elecciones, enfatizó.
La mandataria persistió en destacar el alto costo humano que debió pagar Brasil para conquistar la democracia y vivir en un Estado de Derecho, en el cual lo primero es hacer valer la ley para todos por igual, puntualizó.
Por eso, dijo, tengo la certeza de que juntos conseguiremos impedir ese golpe, que va dirigido contra la democracia de nuestro país.
En otro tramo de su discurso, Dilma expresó su convicción de que el intento por apartarla de su cargo responde también al hecho que su gobierno optó por construir mejores condiciones de vida para el pueblo.
Este es un golpe que va contra los programas sociales Mi casa, mi vida, que al cierre de 2018 habrá beneficiado a uno de cada ocho brasileños, y Bolsa Familia; y contra el acceso igual para todos en las universidades, señaló.
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