Mi dolor enmudeció. Se amarró a unas lágrimas calladas, discretas fuera; feroces dentro del pecho que se negó a aceptar la muerte, no diseñada para él, hombre indomable
Mi tristeza se refugió en un duelo íntimo. Pensé en mi abuela, que jamás se perdió un discurso suyo y se fue a la tumba pensando que el Comandante sería eterno.
Y lo será, no hay que dudarlo. Pero esta primera ausencia del amanecer nos punza el alma. Se fue en silencio y multiplicó la noche.
Pero las pantallas lo devuelven joven, inagotable, jocoso a ratos, alegre… Y mis lágrimas se confunden con su risa, natural herencia del ser humano que, mortal al fin, cerró sus ojos, mas no su corazón, que seguirá latiendo en otras vidas.
Mientras mi voz calla, repaso memorias de la infancia. Fidel en todas partes, Fidel con todos, ¡Fidel, Fidel…! Un país entero vibrando con su verbo enardecido; un ejemplo, un mundo.
Como signo de mi generación, crecí bajo su sombra, repetí sus frases al dedillo, me hice profesional gracias a su obra repartida. He sido fiel.
Y tuve un privilegio que no pocos han acariciado en sueños inconclusos. Lo vi de cerca. Más de una vez. Como reportera de Radio Rebelde, durante la clausura de un Fórum Nacional de Ciencia y Técnica y en la Tribuna Abierta de la Revolución del 2002 en Sancti Spíritus.
Pero en las jornadas memorables del VII Congreso de la Unión de Periodistas de Cuba conocí de verdad a Fidel, lo sentí vibrar de entusiasmo, brindar lecciones magistrales de periodismo, contagiarse de emociones, reír a carcajadas, organizar un menú…
Y al final, a escasos minutos de las cuatro de la mañana, ya con ojeras y el rostro cansado, una foto de colegas. Sobre mi hombro, su mano, suave, cálida, mística. Puedo dibujar ahora mismo el embrujo de sus dedos sobre mi piel; un segundo, una eternidad. La foto preside mi casa; también, el hogar secreto de mi corazón.
Hasta hoy sigo penando por dentro. No quiero adornar mi dolor. No tiene colores, solo un gris de fondo que ha oscurecido los días de millones de personas en el mundo.
Este 4 de diciembre, las cenizas de nuestro querido Comandante descansarán en un sitio sagrado de Santa Ifigenia. Será el más triste cumpleaños de mi vida. Lloraré por él; aunque tal vez en los años que me restan celebremos juntos, porque, estoy segura, desde ese día Fidel comienza a vivir en otra dimensión.
A MI QUERIDO COMANDANTE
A ti querido comandante, hermano y amigo
hombre de llano, de montaña, de guerra y de paz
con profunda tristeza te despido
aunque de mi corazón no te irás jamás
no será un hasta nunca, sino un hasta siempre
comandante invicto que los pueblos adoran
eres nuestro pasado, y aún en el futuro serás presente
porque a los hombres como tu, el tiempo los transforma
de héroe pasaste a ser ídolo
de luchador con fusil en manos, a hombre de letras
de guerrero inquieto a idealista pasivo
de la triste muerte a la vida eterna
!No creas en la muerte comandante!
has librado esta como tantas batallas
en tu pueblo nunca estarás ausente
porque no has muerto, Fidel, sólo descansas
no hay sitio en el mundo que por muy oscuro
no pueda ser iluminado con tu alma
la lluvia que cayó después del triste anuncio
eran lágrimas de ángeles que te lloraban
no vayas lejos y marca el camino
por donde transitarás desde ahora
que algún día estaré ahí contigo
siempre he sido y seré, tu fiel seguidora.
!Hasta siempre comandante!
Yanelis Falcón Quintero
NO HA MUERTO FIDEL CASTRO.
No se eclipsó ningún astro,
no se ha apagado su estrella
él vive en cada epopeya,
nunca ha muerto Fidel Castro.
Todos vamos tras su rastro,
y él sigue en el timonel,
siempre creeremos en él,
y su luz será la guía,
por su valor e hidalguía
jamás morirá Fidel.
Ennrique Bernal Valdivia