La noche tiembla, tiemblan las sombras. Imposible opacar la inmensa luz que se afincó en el centro mismo del universo. No, no es como el sol, es más que el sol, con la diferencia que no quema
Todo lo contrario, dicen que tiene en su luminosidad el don de la ternura inigualable y que cada alma que toca se siente robustecida.
Venía desandando senderos a pasos agigantados, desde hace mucho tiempo, sorteando los más disímiles obstáculos y muchas trampas que intentaron rodearle de sombras. Más nada ha podido detenerle. Nada, ni aquél fatídico instante del 25 de noviembre de 2016, cuando el reloj marcaba las 10 y 29 de la noche.
Fue entonces un casi inmedible lapso de tiempo; millones de rostros alarmados, húmedos. Pechos apretados; memorias, destinos, presencia.
Pero fue solo ese instante; porque de súbito, volvió sobre sus pasos de gigante; con todo el brío que le pertenece; con toda esa interminable luz que le acompaña, y emprendió ese camino hacia una eternidad infinita, que en lo adelante tendrá soles como rombos rojinegros y una blanca estrella que ilumina.
Imágenes de pueblo sin edad y sin limitaciones físicas. Todos por igual sentimos el dolor de la ausencia física de Fidel, de alguna manera todos quisimos llegar y decirle…Te seguiremos siempre Comandante!
Claro, siempre le seguiremos, precisamos de su luz, de esa guia y por ello, sabemos que ahí está, indicando senderos