El voleibolista espirituano Osniel Melgarejo resultó el novato del año en Cuba. “Es un reconocimiento que todo deportista sueña”, asegura desde Grecia, en cuya Liga profesional se desempeña ahora
A pesar de que pocos brillaron como él entre mayores desde sus cortos 19 años (recién cumplidos este 18 de diciembre) Osniel Lázaro Melgarejo Hernández quedó “muy impresionado” cuando supo en la lejana Grecia sobre su denominación como novato del año en Cuba y mejor deportista espirituano de disciplinas colectivas.
La manera categórica con que lo escribe desde el chat de Facebook confirma que fue esa la primera reacción que experimentó al concluir un partido con el club Panathinaikos y su hermano lo sorprendió desde Cuba con la buena nueva.
“Es un reconocimiento que todo deportista sueña”, escribe y hasta puede leerse la alegría, aunque las respuestas llegan con la misma velocidad de sus ataques, los mismos que lo llevaron a la primera experiencia en el voleibol profesional.
Facebook deja advertir, también, la modestia y candidez de un niño que hasta hace poco más de un año aún voleaba en la EIDE Lino Salabarría, una etapa que considera decisiva en sus pasos gigantes hacia el voli grande. “Claro, que sí, si de ahí nací como voleibolista. Ser lo que hoy soy se lo debo a todos los profesores en general”.
Insisto en el porqué de la impresión en un año que justificó los reconocimientos al participar en los Juegos Olímpicos y en el oro preolímpico que le dio a Cuba el boleto para Río de Janeiro, intervenir en la Liga Mundial, obtener medalla de oro en la Copa Panamericana, plata en el NORCECA Sub-21 y Sub-23 que les dio a estas selecciones la clasificación para el Mundial y además bronce con el equipo espirituano en el Campeonato Nacional.
Él lo sabe mucho más que yo, pues en todos los torneos jugó como regular y se destacó, en particular, en el ataque. Pero tiene sus propios argumentos: “Me impresionó porque como hay tantos jóvenes de mi edad, incluso menores, y que me escogieran a mí, que llevo tan poco tiempo en el equipo…”.
Si no hubiese acumulado varios eventos, quizás uno le hubiese bastado: la Olimpiada de Río de Janeiro, sobre todo aquel partido ante Rusia donde los presentes aprendieron su apellido por la cantidad de veces que sonó en las narraciones. “Era mi primer partido y tenía que hacer un buen papel desde el principio”.
A la distancia de los meses lo dice muy fácil. Quienes vimos al novel equipo cubano, armado casi a última hora con niños y jóvenes, recordamos que fue ese el mejor partido de la selección frente a uno de los insignes elencos del mundo.
“A pesar de no haber ganado, fue una gran experiencia estar en unos juegos que son los más importantes para cualquier deportista”.
Eso de codearse con mayores, a Melgarejo le ha traído otras ventajas: “Mucha experiencia, eso me ha ayudado a desarrollar cualidades tanto físicas como mentales”.
La vía no ha sido fácil porque cada entrenamiento es diferente, en dependencia de la categoría y de la competencia. Pero el cabaiguanense confiesa que ha podido adaptarse por “las preparaciones de los profesores”.
Por la visibilidad que impone un evento del tamaño de las Olimpíadas, quizás Brasil le acabó de abrir las puertas para Grecia, un país que lo fichó y donde ahora solo le importa jugar y jugar, sin preocuparle siquiera los puntos que ha anotado, o los remates que ha dado; “yo no llevo esa cuenta”, dice.
Le va bien en tierras griegas, eso sí lo confirma. “Yo diría que muy bien. Vamos en segundo lugar hasta ahora, llevo un buen rendimiento individual y el equipo tiene muy buena comunicación conmigo”.
En Grecia juega como auxiliar, una posición que “no es fácil, pero desde que empecé el voli la estoy jugando y estoy mejor adaptado”. Los entrenamientos son “fuertes”, mas los asimila por ese tránsito acelerado que ha debido asumir entre los grandes.
En mayo estará de vuelta, según nos comenta, luego de limpiarse el sudor del gimnasio, donde lo “fiché” para concertar nuestro diálogo digital.
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