Una particular complicidad logra la actriz espirituana e integrante de Cabotín Teatro Magdenis López Wichi con el público que visita su peña
Pudiera parecer cosa fácil ser un payaso. Quizás, para muchas personas es apenas vestirse con un traje ancho de varios colores, zapatos inmensos y la insustituible nariz roja. Pero la técnica de un verdadero clown precisa de mucho más que simples atuendos y muecas. Debe romper el silencio. Precisa provocar emociones. Exige generar simpatía y optimismo.
Lograr todo ello, entre niños y niñas, resulta aún más complejo. Bien lo sabe Magdenis López Wichi, integrante de Cabotín Teatro, quien ha marcado ya una pauta en el mundo de las tablas que se hace en Sancti Spíritus para el público infantil. Su peña, bajo el nombre de Tachuela, que llega cada fin de semana al Complejo cultural Javier Villafaña, de la ciudad del Yayabo, ha demostrado que es posible mantener una conexión intimista con quienes han apostado por visitarla.
No solo lo logra por las particularidades de la pequeña sala recién remodelada, sede del prestigioso grupo espirituano, donde el escenario a la misma altura de las sillas se ubica en el centro del lugar; sino porque crea de forma improvisada y de acuerdo con las múltiples respuestas su propia rutina y la evolución de la carismática “niña”, sin seguir las pautas tradicionales del director de la puesta. Así, rompe cualquier mediación externa entre ella y el auditorio.
Magdenis, premio en la VII edición del Festival Adolfo Llauradó, en la categoría de teatro para niños y jóvenes, canta, baila, narra cuentos, observa con detenimiento, a fin de captar las reacciones y apropiarse de ellas e incorporarlas de forma natural a ese eterno juego que parece no tener fin. Cada presentación es única porque los públicos siempre son diferentes y, de igual forma, sus necesidades y expresiones.
Pero, además de hace reír con sus disparatas y exageradas ocurrencias, sino que convoca a la reflexión sobre temas tan cotidianos en el mundo infantil como la utilización de apodos con sentido de choteo; el no valorar el esfuerzo que hacen los maestros para transmitir conocimientos; el negar la importancia de compartir lo que se tiene con las demás personas y cómo no se precisan de grandes cosas para ser feliz. Cada peña se convierte en una especie de clase, donde los niños se despiden con una lección de vida.
Desde que sale a escena, su personaje de Tachuela sabe ganarse a quienes la esperan. Los integra constantemente a su actuación. Resulta evidente su formación integral en Teatro Tuyo, de Las Tunas, referente nacional cuando de la técnica de clown se habla en Cuba.
Ojalá y esta peña se mantenga cada fin de semana en la ciudad del Yayabo, donde —como pocas en el país— cada proyecto cuenta con una sala teatral en la que ensaya, se presenta y forma públicos. La espirituana Magdenis López Wichi ha evidenciado que cuando la propuesta es buena el espacio no queda vacío, aunque sea para el más exigente de los públicos: el infantil.
Para arroparse de payaso se precisan muchas cosas y ya esta joven actriz al parecer ha encontrado esas esencias de su mundo interior que le permiten regalar mucho más que una gran sonrisa y una nariz roja. Su técnica revela horas de trabajo, consagración y talento. Vale, entonces, apostar por un sugerente encuentro con Tachuela.
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