Crear una cola kilométrica frente a una taquilla de la terminal, con el respectivo malestar de los involucrados, no fue precisamente la intención de quienes concibieron, aprobaron y comenzaron a implementar en toda Cuba el sistema automatizado para el expendio de boletines que, al menos en Sancti Spíritus, ha provocado cuellos de botella considerables.
La nueva tecnología hizo su debut por estos lares en septiembre pasado, precedida por la experiencia de otros territorios donde había agilizado los procesos y minimizado las inconformidades; pero —porque siempre hay un pero—, en esos lugares el éxito no se debía exclusivamente al sistema computarizado, sino a la existencia de varios puntos de venta.
Sin embargo, en Sancti Spíritus, los boletines que garantizan 14 salidas diarias —una cifra que aumenta si se consideran los tres destinos a los que tiene derecho cada cliente y los 90 días de antelación con que pueden reservar— los vende una persona de lunes a viernes, de seis de la mañana a seis de la tarde. Los sábados, hasta el mediodía. Una sola persona en toda la provincia, recalco.
La gente, que comprende el sacrificio de las expendedoras y hasta las lógicas congestiones de los sistemas informáticos, no pide que le lleven el pasaje a la casa, sino que se abran nuevas taquillas de venta porque, en definitiva, la gente viaja y, por tanto, sabe que en Camagüey hay tres y en Villa Clara, cinco, para no ir tan lejos. En Ciego de Ávila, no, los avileños también están congestionados, cargando con la cruz de un solo punto de atención al usuario.
Cuestionado por Escambray hace apenas unas semanas, Miguel Castro Piña, director de la Unidad Empresarial de Base Ómnibus Nacionales Sancti Spíritus, declaró públicamente que la situación podría incluso empeorar, toda vez que ahora se contemplan en esa especie de mapa solo los viajes desde este territorio, pero cuando se esté conectado a la red nacional la demora será mayor, porque habrá que rastrear datos de las demás provincias implicadas.
La explicación, lejos de aliviar, echó más sal a la herida de los viajeros que ya soportan con estoicismo dos y tres horas de cola, pero que se niegan a conformarse con un argumento al estilo de “esto es lo que hay”.
Indagando más arriba, en la dirección nacional de la propia entidad, Escambray constató que no se trata de una política central que limite a la provincia: en el diseño de la Empresa de Ómnibus Nacionales (EON) está concebida la existencia en Sancti Spíritus de tres taquillas para la venta en agencia, de ellas una para lista de espera y dos para las reservas en plazos de hasta 90 días.
Lo que sucede hoy, según la explicación pormenorizada de Alberto Ramos Miranda, subdirector general de EON, es que no ha podido ampliarse la capacidad de expendio por falta de locales en el inmueble que actualmente ocupa la terminal, situación que vendrá a resolverse el año próximo, cuando concluya la inversión en el nuevo edificio ubicado en la Carretera Central; una inversión que, al decir del propio directivo, se va ejecutando de acuerdo con el cronograma.
No es lo mismo —creo yo— afirmar que las colas van a empeorar, a sugerir que en un futuro no tan lejano la situación pudiera solucionarse. Por lo pronto, Ramos Miranda aseguró que se trabaja en el mejoramiento de la transmisión de datos del sistema en Sancti Spíritus, que funciona bastante lento, tal y como él mismo pudo verificar in situ; por lo que se prevé el aumento del ancho de banda de 64 KB a 128 KB, una medida que no elimina las colas de cuajo, mas las agiliza al reducir el tiempo de introducción de los datos personales en el software.
Si en algo insistió el subdirector general de EON fue en que la cuestión no es fajarse con la tecnología. De hecho, la empresa ha priorizado este frente al punto de que hoy se digitaliza la venta en agencia, pero mañana la novedad se extenderá a la confirmación de las reservaciones y pasado mañana se montará en el sistema hasta la lista de fallos; sin dudas, una buena noticia para quienes se han quejado de las ventas de boletines por la izquierda.
Ninguna cola es agradable, coincidamos en ese punto; pero resulta al menos más llevadera cuando el cliente sabe que no es cola, tras cola, tras cola lo único que le espera en lo adelante.
¿Acaso no comprenden que no se va a solucionar? La inteligente mirada de la periodista, y la respuesta del funcionario sobre que «la situación podría incluso empeorar» es clara. Cuando la inteligencia dialoga con las limitaciones de pensamiento, entonces se puede leer, entre líneas, toda una tesis.