El periodista, escritor y guionista radial y televisivo relata a Escambray pasajes que han distinguido su vida profesional
Siguaney parece un pueblo con poco que contar, pensó al llegar al pueblecito con casas esparramadas a cada orilla de la carretera un joven con ínfulas de Sherlock Holmes. Mas, por su olfato amaestrado para detectar interesantes relatos, recorrió el caserío hasta que en su libreta de apuntes anotó cada detalle de un suceso sin precedentes en la historia de la zona.
Un tiempo después la revista Bohemia sacó a la luz una tragedia acomodada allí en la década de los años 50 del siglo XX, cuando unos “inversionistas habaneros” burlaron la inocencia de algunos campesinos de la localidad. A la usanza de los mayores empresarios del mundo, les vendieron acciones a no pocos vecinos para que se convirtieran en socios de la fábrica de cemento Portland Troya S.A. Luego de recopilar todo el dinero que pudieron, los distinguidos foráneos levantaron con sus pies el mayor polvo posible del poblado, lo que hizo que nunca más nadie volviera a verlos, ni a los visitantes ni a la millonaria inversión.
Suficiente tuvo el entonces inexperto reportero para indagar en cada detalle y luego volcarlo al papel. Surgió así uno de los trabajos que con más recelo guarda Juan Chongo Leiva, un periodista espirituano que disfruta investigar sobre lo que escribe.
“El periodismo de investigación es una de mis grandes pasiones porque considero que para ejercer con calidad esa profesión hay que descubrir qué piensan y cómo viven las personas. Se precisa adentrarse en lo más profundo de cada pueblo. Pero para eso hay que ser audaz, quien no lo sea que no se lance a su ejercicio”, dice quien descubrió esa pasión cuando aún laboraba, primero, como obrero en la línea de producción industrial y, luego, como jefe de personal de la otrora fábrica Libbys.
“Leía cada cosa que caía en mis manos y un día disfrutando el Juventud Rebelde descubrí la iniciativa del movimiento de corresponsales voluntarios. Entonces, comencé a enviar notas por la libre mediante el correo postal. Llegaban dos o tres días después, pero poco a poco comenzaron a publicarlas. Luego, en aras de ganar inmediatez me exigieron mandarlas por télex, la tecnología de avanzada de ese momento. Pasado un tiempo me aprobaron como corresponsal de ese diario en Sancti Spíritus, cuando aún formábamos parte de la región de Las Villas”.
¿Cómo recuerda aquellas primeras jornadas?
“Era difícil; pero el diario fue una verdadera escuela. Leía las informaciones que publicaban y me dije: si la Unión de Jóvenes Comunistas está presente en todos los lugares, puedo indagar en cualquier espacio. Empecé con mucha fuerza y dedicación a caerle detrás a todo lo que consideraba que podía clasificar en ese medio”.
Quizá, esa búsqueda incesante provocó que la historia de Sancti Spíritus se convirtiera en uno de sus grandes amores. Por su pluma, no pocos medios de prensa nacionales han conocido interioridades de la vida sociocultural de la legendaria villa como cuando en 1969 Bohemia publicó el primer reportaje con varias fotos del Museo de Arte Colonial. Incluso, aún existen proyectos en espera como el radial La voz del espirituano ausente, a fin de entrevistar hijos de este terruño, residentes en la capital del país, a fin de que los diversos públicos conozcan más sobre nuestro pasado y presente.
“Sancti Spíritus es increíble. Sus pobladores son diferentes a los del resto del país. Hoy, a la vuelta de más de 30 años de residir en La Habana, cuando la visito observo cuánto ha progresado y junto a esas transformaciones han cambiado la mentalidad de sus hijos. Todo es muy superior. Aunque mi vida desde hace muchos años por azares del destino está a 300 kilómetros de distancia, obligatoriamente tengo que regresar aquí a beber el agua del Yayabo, como fuente de inspiración”.
Juan Chongo Leiva fue recibido con todos los honores a su llegada a la capital del país. Allí cursó la Licenciatura en Periodismo y ejerció como jefe de redacción de la revista ANAP, guionista radial y televisivo, y colaborador de numerosos órganos nacionales de prensa y algunos extranjeros. Mas, su interés hacia la investigación lo introdujo en un camino que lo ha seducido hasta entonces: la literatura.
A semejanza de un abecé periodístico, puesto en práctica desde su génesis como reportero, Chongo Leiva nunca ha abandonado su búsqueda constante por historias poco conocidas. Por ello, un día sin imaginar lo que vendría después, interrogó hasta el cansancio a un hombre de mar, quien le contó cómo había sobrevivido al hundimiento del buque mercante Manzanillo, torpedeado por los submarinos nazis en 1942. Suficiente prólogo para que la relación del fascismo con Cuba se convirtiera en una especie de tema fetiche.
Nació entonces su primer libro, La muerte viaja con pasaporte nazi, un acercamiento preciso, veraz y ameno a la temática del espionaje alemán en nuestro país durante la II Guerra Mundial. Luego llegaron otros: El fracaso de Hitler en Cuba, El error de Fritz Harder y El doble de Hitler.
“Me ha interesado siempre contar esa tendencia que removió a todo el mundo, no solo a Europa como muchas personas consideran. Aún quedan cosas ocultas, las cuales me llaman la atención y que pienso que deben salir a la luz”.
En su opinión, ¿cuál es la génesis de su versatilidad como escritor y guionista?
Todas esas facetas son desprendimientos del paso del tiempo y como resultado del estudio y las lecturas. No nacen por azar, las tienes guardadas y te lanzas un día porque como ya te dije en el periodismo si no se es osado, no se llega a nada.
¿Proyectos en el tintero?
Muchos, incluso algunos han sido escritos, pero no han podido publicarse. Estoy esperando la respuesta de una editorial sobre un volumen de corte humorístico titulado No lea este libro y sigo con la historia del fascismo. Me gusta enormemente escribir y lo voy hacer hasta que me llegue el momento.
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