Ahora toca a Cuba entera seguir la estatura de su ejemplo, seguir ese inmenso legado de luz y esperanza
Hay noticias que duelen y alientan; esta despierta lágrimas, inspira amor, traza compromiso. No es la partida física de un simple mortal, es la pérdida de un gladiador por la justicia social, de un gigante que llenó las páginas de su vida de hechos épicos, de un hombre que soñó el porvenir sin pensar en la historia.
Las palabras nunca alcanzarán para atrapar tantos pasajes de lucha y trabajo, pero las circunstancias exigen mirar en su expediente de guerrillero y revolucionario.
Repetidas veces leí aquellos episodios de los días iniciales de la guerra en la Sierra Maestra, y entonces entendí mejor sus dotes de estratega militar, capaz de dominar el escenario, de olfatear el menor de los peligros.
Asombra el tino que tuvo para identificar a los jefes guerrilleros, para desentrañar los planes del adversario, como aquel increíble acierto que salvó al pequeño destacamento cuando acampó en una de las laderas.
Por orden suya los Rebeldes se alejaron del lugar donde la tropa cocinó el alimento de la jornada. Allí precisamente cayeron las bombas de la aviación, que destrozaron hasta el caldero.
En la obra de Verde Olivo quedó atrapada una de sus páginas más brillantes, al frente de un puñado de barbudos que a fuerza de coraje pudo derrotar al inmenso ejército que tuvo delante. Pero la travesía de la Sierra era apenas el comienzo del largo camino a recorrer en lo adelante.
Desde entonces resplandeció el estadista y el Comandante, el artífice de la transformación social, y vuelve a asombrar su tesón y el desvelo para hacer realidad un proyecto todavía en desarrollo.
Fue Sancti Spíritus un escenario que cobijó muchas veces sus pasos, en ese afán inagotable por sacar del atraso a esta región. Desde su pensamiento nacieron hospitales, vaquerías, planes agrícolas, presas, poblados, puentes y carreteras.
Ahora toca a Cuba entera seguir la estatura de su ejemplo, seguir ese inmenso legado de luz y esperanza; inagotable se torna la deuda para cuidar la obra a la que se consagró; mas, la partida no es total, permanece un manantial de ideas que teje los rumbos de hoy y del mañana, porque de Fidel nunca se podrá hablar en pasado.
Queda el mayor tesoro de la patria, el Fidel invencible, amigo, visionario; el presidente que hizo suyo el dolor del mundo, que abrazó como pocos la defensa del medio ambiente. Estará siempre el líder que desafió los peligros, que cuidó la isla del asedio enemigo, que soñó y trabajó sin descanso.
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