El idioma es un organismo vivo que está en constante transformación y cada día aparecen cambios, pero ni todos van a perdurar, ni todos se corresponden con la norma culta del idioma
“Por ahí escucho horrores”, aseguró el colega y amigo ya jubilado, pero atento al decir en los medios televisivo y radial, más que a la lectura de la prensa impresa que ayudó a hacer por décadas de buen ejercicio periodístico. Escuchar y hablar ayuda en su dolencia, mas el cerebro a veces se rebela a tanta insensatez.
Como puestos de acuerdo, coinciden él, graduado de Pedagogía, de Historia del Arte y del manejo mismo del oficio de comunicador, y el acucioso investigador que constituye referente en cuanto a uso del idioma. Doctor en Ciencias Filológicas y profesor de Español y Literatura en la Universidad de Sancti Spíritus José Martí Pérez, el también escritor Ramón Luis Herrera Rojas decidió insertar en la página digital de esa institución una especie de cuña en la que alerta sobre el mal uso de determinados componentes de esa herramienta imprescindible que es la lengua materna.
Y esta reportera, que sufre cada vez al escuchar no solo ni tanto en la televisión o la radio como en la vida misma esos dislates que hieren el Español, se suma al tren de los inconformes con un virus que ataca, en forma de avalancha, a cantidades cada vez más crecientes de personas dentro de Cuba.
Ya no se trata solamente de la muy extendida costumbre de emplear de forma inapropiada el gerundio, al aplicarlo a verbos que no expresan durabilidad. “El gerundio es durativo, implica una acción prolongada”, advierte el estudioso, aunque, a contrapelo de lo normado, en los espacios culturales de mayor teleaudiencia continúan aludiendo a la institución que “se estará inaugurando”, la obra que “se estará presentando”, los años que alguien “estará cumpliendo” o la sección que “se estará abriendo”, como si fuese posible estirar, a modo de chicle, momentos tan breves.
La adulteración en las funciones que le son inherentes afecta también a otro elemento gramatical, el participio, que tiende a ser inmovilizado cuando se le usa en función adjetiva y se le priva de la concordancia demandada por tal función. Hasta las páginas de este semanario han dado cuenta, a veces, no de eventos previos a algo o posteriores a ello, como debiera decirse, sino de sucesos encasillados en formulaciones erradas, al estilo de: “previo a la cita, tuvo lugar el debate de los documentos”, o, “posterior al acto se efectuó un recorrido”. Obviamente, resultaba necesario decir antes de o después de, y si no, dar acuse del debate previo y del recorrido posterior.
Casi a diario se escucha hablar en miles de hogares cubanos de que se homenajeó o reconoció a personas o grupos de personas; pero así, con el verbo en singular, como debe construirse la frase, suena más en la mente de quienes dominan bien el idioma que en las construcciones gramaticales de quien da cuenta del acontecimiento. Usualmente se emplea el verbo en plural, admisible, aunque solo si se suprime la preposición “a”. Tal tendencia acusa inelegancia, en tanto se prefiere la forma impersonal.
Pero quizás donde más se altera la estructura sintáctica sin que los hablantes parezcan notarlo es justo a la hora de dirigirse a un público con la intención de predisponerlo a escuchar lo que sigue. En lugar del tradicional vocativo (compañeras y compañeros, distinguidos invitados, etc.), y hasta del sujeto y el predicado completo, que en nuestra lengua suele comenzar por un verbo en forma personal, seguido de un complemento, se lanza un verbo en infinitivo. Este modismo se hace cada vez más frecuente al inicio de algunas conferencias, resúmenes o conclusiones de reuniones, en tanto se emplean construcciones simplistas: “yo decirles”, “yo decir”, “nosotros informarles”, “nosotros informar”. O, sencillamente, “decirles que”, “recordarles que”, o tan solo “decir”, “agradecer”, y así por el estilo.
Algunos académicos lo subrayan: los errores de sintaxis tienden a notarse menos en el proceso del habla que, digamos, los ortográficos (haiga por haya). Sin embargo, el fenómeno tiene mucho que ver con la manera en que se piensa. “Un pensamiento ordenado y lógico suele expresarse en una sintaxis clara y bien estructurada”, apunta Herrera Rojas, quien también ha recalcado que el idioma es un organismo vivo que está en constante transformación y cada día aparecen cambios, pero ni todos van a perdurar, ni todos se corresponden con la norma culta del idioma, también ha recalcado.
Es preciso no perder de vista que en los espacios donde se debe emplear esa norma culta, como la escuela, los medios de comunicación, las citas de determinada índole y los eventos científicos, resulta inadmisible la tergiversación de los códigos del idioma.
Escambray se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social, así como los que no guarden relación con el tema en cuestión.