Como la muerte es mentira cuando se ha cumplido bien la obra de la vida, el Héroe Nacional cubano continúa vivo a pesar de la bala española que puso fin a su existencia física hace 121 años
Hasta los días actuales perdura el legado de sinceridad, valentía, apego a la raíz, respeto a la humanidad y amor por el saber y la cultura de José Martí, nacido el 28 de enero de 1853 y cuyos padres fueron los españoles Mariano Martí y Leonor Pérez.
El primer descendiente y único varón de esa pareja se convirtió en el máximo impulsor y organizador de la contienda bélica de 1895, la nombrada guerra necesaria, que constituyó otro esfuerzo de Cuba por dejar de ser colonia de España.
Con el fin de lograr los supremos objetivos de poner nuevamente a su país en pie de lucha y fundar la república «con todos y para el bien de todos», el insigne patriota realizó un exhaustivo estudio del contexto político y social de su tierra natal.
Sagaz, sincera, amorosa fueron calificativos característicos de la prédica martiana entre cubanos de adentro y de afuera de la geografía nacional en momentos de gran incertidumbre por el fracaso de la Guerra de los Diez Años (1868-1878).
De acuerdo con testimonios de contemporáneos y estudiosos de su obra, Martí logró la congruencia entre palabras y hechos, lo cual elevó su ascendencia y prestigio en cualquier espacio defensor de la mayor de las Antillas.
Sus viajes por ciudades de Estados Unidos, donde vivió la mayor parte del tiempo desde 1880 hasta 1895, y por varios países latinoamericanos, marcaron también la permanente búsqueda de la unidad imprescindible para «tamaña empresa».
Papel de suma importancia en ese sentido desempeñaron dos creaciones suyas de 1892: el Partido Revolucionario Cubano, caracterizado por un recio carácter independentista, latinoamericanista y antianexionista; y el periódico Patria.
Tal publicación fue el punto culminante de un periodismo iniciado en plena adolescencia, y en la cual vertió y mostró todo lo que se entendía sobre la prensa ideológica del movimiento libertador, según el historiador cubano José Antonio Portuondo.
El mensaje orientador martiano encontró cauce en los futuros revolucionarios, los patriotas veteranos, los jóvenes, las madres y los escépticos pues se trataba de una obra urgente de propaganda, conciliación y explicación política.
Martí aglutinó a la mayoría de los cubanos, explicó la continuidad histórica de la Revolución y demostró que la independencia de su país era necesaria para evitar la absorción de Nuestra América por Estados Unidos y alcanzar el equilibrio del mundo.
Alertó, y sus compatriotas no deben confundirse en el momento presente, que «es de supina ignorancia, y de ligereza infantil y punible, hablar de los Estados Unidos y de las conquistas reales u oponentes de una comarca suya o grupo de ideas, como de una nación total e igual, de libertad unánime y de conquistas definitivas».
Defensores y detractores han querido mutilar o separar parte de la prolífica obra de Martí, sin embargo, ambas partes reconocen que el proyecto emancipador del Héroe traspasa fronteras de diversa índole y goza de infinita salud.
Para beneficio de las actuales y venideras generaciones, están la poesía, la literatura infantil y de mayores, las piezas oratorias, las cartas, los escritos periodísticos y los documentos de ese hombre que cayó en combate, como quiso, a los 42 años de edad.
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