Despiertas. Te vistes de uniforme de lunes a viernes. Recoges tus libros y tu merienda; tu madre te acompaña hasta la escuela. En el camino se queda el hermanito, juega con otros niños sin importar que no existan juguetes, las auxiliares pedagógicas los harán con los productos que tengan a mano. A tus padres no se les preguntó la procedencia social o el ingreso, bastó con ser un niño, ni más ni menos.
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Como se hace costumbre, recuerdas que hoy la maestra te preguntará por alguna efeméride, por aquello de que hay que conocer la historia de la Patria. Al llegar a tu escuela, sea en el centro de la ciudad, cerca del macizo de Guamuhaya o en una zona costera, te sientes acogido.
Al igual que otros, aprendes cómo se compone el mundo, qué seres vivos existen, cuáles son tus derechos y deberes. A pesar de no tener computadora en casa, compartes una con tus compañeros de aula en el laboratorio, te sientas junto a ellos. Con la maestra aprendiste a calcular, escribir en un word, visitar museos virtuales. Puedes declamar, cantar y bailar en los chequeos de emulación o hacer poesías y dibujar en los concursos.
Sabes que seguirás aprendiendo, que ello depende también de tu esfuerzo. Tanto el vestuario amarillo como el azul o carmelita te harán sentir emocionado porque has ido creciendo, recordarás por siempre aquel momento en que pusieron, por primera vez, la pañoleta azul alrededor de tu cuello.
Si te decides a seguir y convertirte en profesional, si perseveras en el empeño, tus pies te llevarán a la Universidad tras cumplir el requisito de los exámenes de ingreso. En esa, tu otra casa, podrás, además de estudiar, estar en un juego de pelota y a las tres horas preparar una presentación para un fórum científico.
Tal vez no habrás pensado con detenimiento en por qué todo esto sucederá en tu vida; claro, aún eres un niño. Para ello hay una respuesta: la educación es un derecho. Un 10 de diciembre, pero de 1948, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Declaración Universal de los Derechos Humanos y, aunque muchos no lo perciben porque resulta en extremo cotidiano en Cuba, tú no tienes cómo negarlo.
Estoy muy de acuerdo, pero la educación no es el único derecho que debe tener el hombre, debiera mencionar todos los que aparecen en la carta de las naciones unidas.