La producción de azúcar del central Melanio Hernández representa cerca del 30 por ciento del compromiso espirituano; sin embargo, lo que hace singular la zafra en ese ingenio es la cosecha cañera porque, menos Jatibonico —donde reina el Uruguay—, el resto de los municipios participa en la operación de abasto de materia prima.
Después del redimensionamiento del sector y de que en el territorio quedaran activos esos dos centrales, el patrimonio cañero enlazado con la industria de Tuinucú concede un carácter provincial a la contienda.
A más de 40 días de iniciada la molida, el Melanio Hernández acumula atrasos en la producción azucarera, lo cual es motivado por no alcanzar el rendimiento industrial planificado y por el bajo nivel de maduración de la caña; además de que repercuten las paralizaciones por tropiezos industriales.
FRUTO DE LAS REPARACIONES
En una situación diferente está este año la cosecha, algo que puede verse entre otros indicadores, en que el tiempo perdido por causas agrícolas se ubica por debajo de lo previsto, comenta a Escambray Oscar de la Cruz Coll, director de la Unidad Empresarial de Base Atención a productores agropecuarios.
“Aunque —aclara— la eficiencia de la cosecha no se ha expresado al máximo por las afectaciones que ha tenido la industria y la incidencia del clima en enero e inicio de febrero, ya que en las últimas semanas las condiciones del tiempo nos han favorecido”.
La zafra del Melanio Hernández emplea 35 combinadas, tres de ellas de alta productividad, y si bien el parque de forma total responde por alrededor del 90 por ciento de la caña que se molerá, a las tres cosechadoras marca Casse les corresponde derribar el 30 por ciento de la materia prima de cada jornada, de ahí que para respaldar esa estrategia trabajan en las plantaciones de mayor rendimiento.
Refiere Oscar de la Cruz que el comportamiento de la tarea de corte y tiro tiene entre sus sostenes el alto coeficiente de disposición técnica de las combinadas —85 por ciento—, un resultado dado por la calidad en las reparaciones.
“Además de tener el estimado cañero al 105 por ciento, otro rasgo positivo de la cosecha —señala la fuente— puede verse en la mejoría de la materia prima; hace dos años el rendimiento agrícola era de 32 toneladas por hectárea, hoy es de 42”.
Como aspectos que deben perfeccionarse, el directivo señala disminuir el índice de materias extrañas que arriba a la fábrica y estabilizar la entrada de caña en los centros de recepción en el horario de la mañana.
PELOTÓN DE VANGUARDIA
No tiene nada de casual que el pelotón de corte mecanizado puntero en este central sea el de la Unidad Básica de Producción Cooperativa (UBPC) Paredes, la mejor en la producción cañera con un rendimiento de 48 toneladas por hectárea.
Detrás de los robustos campos aparece la obra de un colectivo desvelado por la plantación; por momentos da la impresión de que allí la zafra dejó de ser una actividad exigente y agotadora.
“El pelotón no ha fallado, la tarea diaria es de 300 toneladas y pese a todos los contratiempos la cumplimos al 98 por ciento. Hay días que hemos cortado más de 500 y nos vamos a las nueve de la noche”, relata Rody Beltrán Pentón, técnico integral de la UBPC.
Conocida la laboriosidad de los más de 20 integrantes del colectivo, motivados por la vinculación salarial a los resultados del corte, indagamos por otros elementos que conceden estabilidad en la entrega de la caña.
La respuesta llega en voz de Jorge Félix Baracaldo Valdivia, jefe del pelotón: “No dejamos máquinas rotas de un día para otro, hay que hacer el mantenimiento diario a la hora que se termine, incluso, aunque no haya grasa, porque a la KTP hay que pasarle la mano todos los días”.
Para demostrar que la reparación de las tres combinadas fue la más abarcadora en los últimos 15 años, al mecánico Luis Armando Reyes Ramos le basta con decir que en la zafra gana más cuando las máquinas están picando; no importa que permanezca la mayor parte del día sentado en el taller móvil. “Eso es sinónimo de la calidad de las reparaciones, del buen mantenimiento diario y de estabilidad técnica”, manifiesta.
En los operadores de combinadas tiene el pelotón su tanda fuerte y contra todos los pronósticos el joven Edenis Nápoles Suárez, de 25 años, demuestra en el terreno que ya no es el novato de solo cuatro campañas.
“Lo mío es picar y picar; quisiera que la zafra no acabara, esto es lo que me gusta, lo aprendí con el viejo y otro operador”.
Manuel Moya Díaz, baja un instante de la KTP y presenta sus credenciales: 40 zafras de operador “sin fallar un año”, advierte; ve pasar a su lado la combinada de Edenis y devela la emulación interna entre los tres: “Bueno, hasta ahora va de primero, pero este juego no se ha acabado, vamos a ver qué pasa en lo que resta de zafra”.
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