Manualidades, rescate de valores y juegos tradicionales, cultura del vestir… trazan la ruta del nuevo proyecto de la Cátedra Universitaria del Adulto Mayor en Trinidad
Sin notarlo, una arruga surcó el rostro; después se multiplicó en las manos, el pecho, las piernas… Fue preciso aclarar la vista con espejuelos. El pelo se tiñó de blanco para siempre. “Ya lo dijo Pablo Milanés, hijo: el tiempo, el implacable…, pero así, como tú me ves, todavía tengo mucha guerra para dar”, apunta firme María Arelys Luna Cárdenas a sus 71 años “bien cumpliditos y llenos de vida”.
La Cátedra Universitaria del Adulto Mayor en Trinidad hace camino, siempre con nuevas perspectivas en agenda, aunque a veces falten manos, sin esperar más retribución que la virtud de sentirse útil.
NUEVO HORIZONTE
Definida por sus protagonistas como la motivación para hacer más que buscar mandados, leer el periódico o zurcir bajos de pantalón, la fundación de la cátedra por estos lares, en el 2002, afianzó la presencia de adultos mayores en el escenario local.
Graduaciones, eventos deportivos, citas culturales, encuentros de conocimientos… conocieron de su presencia, al punto de establecerse como público habitual en espacios como la peña Los amigos de Manolo, dirigida por el historiador de la villa.
“Actualmente trabajamos con 35 afiliados a la universidad y 30 en la casa del abuelo Esperanza de vivir. Es importante destacar la constancia como elemento para sumar a otros, aunque este último curso tuvimos pocos ingresos”, refiere Teresa Isabel Turiño López, presidenta de la cátedra en Trinidad.
Radicados ahora en el Centro de Interpretación, conocido popularmente como la maqueta de la ciudad, siguen entretejiendo nuevas ambiciones de conjunto con los trabajadores del centro.
Bajo la premisa de contribuir al desarrollo local y conscientes de la decadencia de valores en la sociedad, así como la pérdida de costumbres y saberes fundamentales para el individuo, ponen en manos de alumnos de las escuelas primarias del territorio una propuesta de aprendizaje a partir de sus antiguas profesiones y experiencias vividas.
Según Turiño López, los alumnos de República de Cuba están listos para el intercambio intergeneracional. Luego, llegará a otros centros del municipio.
“Pienso enfrascarme en las artes plásticas y enseñarles cosas sencillas de corte y costura; por ejemplo: poner botones, hacer un ojal…”, explica Nereida Bravo Rodríguez (76 años). “Lo nuestro va a ser el trabajo con los símbolos y atributos patrios —agregan María Arelys Luna Cárdenas y Luisa Matamoros Pomares (71 años). Tomándolos como base, perseguimos vincularlos con Matemática por las figuras geométricas y con El mundo en que vivimos por los colores”.
Dalia González Borrell (86 años), por su parte, apuesta por el reciclaje, el trabajo con papel para luego llegar a la tela y confeccionar alfombras, tapetes, alfileteros. Catalina Gaínza Marín (71 años), en cambio, cree pertinente tratar el arte del buen vestir de acuerdo con la hora del día y el sitio a visitar. El colofón, asegura, será una pasarela de conjunto con los niños.
Puertas adentro irradian beneficios. Lo reconoce Mailyn Salabarría, promotora cultural del centro de interpretación, al aludir que también los técnicos puede sumarse. “Ello reafirma nuestra proyección sociocultural, que también se nutre de ellos, con más ímpetu y motivación que la gente joven. Tenemos pensado una frecuencia semanal. Sobre la marcha, lo perfeccionaremos”.
VAGA SENSACIÓN DE SOLEDAD
A ratos, parecen remeros aislados en un barco, guiados por la égida de su asesora, anclando a la vera de luces temporales, hasta que deben buscar otro puerto.
“No siempre se recibe todo el apoyo que se debiera —señala la presidenta—. Salimos a flote más por voluntad que por respaldo. Somos un grupo de que vamos hacia adelante, contra viento y marea, pero a veces faltan elementos para poder complacerlos más. Ellos hablan de viajar, pero a veces no hay transporte o no les alcanza con la pensión.
“Esta proyección que tienen entre manos, si bien no constituye la solución al problema, echa luz sobre aspectos que se expanden sin remedio aparente. El pronunciamiento en sí puede activar otros resortes de mayor alcance. Pero, si tenemos buenos frutos, deberemos pensar en reescribir el proyecto para buscar algún tipo de financiamiento”.
De dichas ansias conocen no pocos informes. Las respuestas vienen con retraso. La travesía, sin embargo, continúa cada jueves, en la búsqueda de la fuente de la eterna juventud. Dicen algunos que ya la encontraron. Si cuesta creerlo, pregúntele a Orlando Rodríguez Ramos (87 años), único gallo del gallinero, como lo bautizaron sus compañeras: “¿Arrugas? ¡Allá quien las tenga! Las arrugas son cosas de viejos”.
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