En el otrora hospital de esta comunidad montañosa, perteneciente al municipio espirituano de Fomento, la asistencia médica especializada llega a más de 5 000 personas
Con cara de susto algunos pioneros de la escuela primaria Frank País esperan intranquilos para entrar a la consulta de Estomatología programada por el doctor Yoeslán Ortega Castañeda, el joven natural de El Guineo, una zona muy cercana a la comunidad de El Pedrero, donde se desempeña desde hace más de ocho años en el Consultorio Médico No. 37, centro con servicios extendidos desde que dejó de funcionar como hospital de montaña.
Yudit Pentón Rodríguez, la asistente en Educación que acompaña a los pequeños, asegura que este tipo de seguimiento estomatológico se realiza frecuentemente a los alumnos, como una medida preventiva que permite mantener la salud bucal.
En la sala de observación, el enfermero Ángel Miguel Pentón se enfrasca en asistir a un paciente que se encuentra ingresado y bajo tratamiento médico, sin que sea preciso trasladarlo al Hospital Municipal de Fomento, a no ser que se complique su estado de salud.
INTERIORIDADES DEL CENTRO
“Múltiples son los servicios que prestamos en este consultorio, uno de los más grandes de la serranía espirituana, que atiende a una población de más de 5 000 habitantes, pues además de los residentes en las ocho comunidades que integran el Consejo Popular de El Pedrero, se atienden los que habitan en La Nueva Unión, La Hormiga, La Guanábana y Victoria de Girón”, explica Oscar Pentón Sosa, el administrador.
“Se trata de un centro que dispone de los recursos imprescindibles para dar los primeros auxilios a cualquier paciente —aclara el directivo—, pues aquí contamos con los servicios de Estomatología, Medicina, Laboratorio clínico, Rayos X y una sala de ingreso para enfermedades de menor complejidad, algunos de los cuales permanecen abiertos las 24 horas, como es el caso de la consulta con el médico de guardia”.
Marlyn Herrera Moreno, recién graduada de Medicina y residente en la localidad de Meneses, en Yaguajay, relata sus vivencias desde su llegada en septiembre del 2015 a la fecha. “Las experiencias son muchas, se trata de una población respetuosa y agradecida, donde predominan las heridas y golpes por accidentes, al estar vinculados directamente a las actividades agrícolas, pero también existen casos de parasitismo intestinal, linfangitis, enfermedades respiratorias, hipertensión arterial y diabetes.
“Uno de los momentos más tensos de mi estancia aquí fue como cuando trajeron al centro a una niña con migraña que estaba perdiendo la fuerza muscular, yo nunca había atendido un caso similar, me puse algo nerviosa pero logré estabilizarla y todo salió bien. Es cierto que estoy lejos de mi hogar y aquí paso 24 días del mes, pero cuando salgo de pase no puedo dejar de pensar en mis pacientes”.
OPINIÓN DE LOS MONTAÑESES
Herminio García López, un montuno que desde la década del 30 reside en esta zona, recuerda que cuando era muy joven a los enfermos los llevaban para Fomento en lo que encontraran y tenían que pagar para ser atendidos. “Eran tiempos difíciles, a veces se olvidan porque en cualquier parte de estas lomas hay un médico, hasta en Gavilanes y en Sopimpa te encuentras a los jóvenes de batas blancas, por eso esta Revolución es grande y nunca se acabará, yo soy hipertenso y aquí tengo las pastillas y las atenciones de la doctorcita”.
A juicio de Julio Vivas, el presidente del Consejo Popular, uno de los temas en los que más insisten, como parte de la agenda de trabajo, es en la asistencia médica. “Me enorgullece saber que, a pesar de estar distante de la cabecera municipal, los residentes aquí tienen la suerte de que no falten ni los médicos en los consultorios de cada asentamiento importante ni los medicamentos”.
Desde el ala derecha de la espaciosa instalación —impecablemente limpia pero urgida de una reparación que, según Oscar, el administrador, está prevista para este año— se siente el llanto de un niño. Se trata de otro estudiante de los que asisten hoy a la consulta de Estomatología, donde con singular devoción el doctor Yoeslán y Josefa, la asistente, le brindan su atención.
“Yo cumplí misión por más de cuatro años en Venezuela —dice Yoeslán—, pero siempre quise regresar a mi lugar de origen, donde las personas son sanas y respetuosas. Nunca imaginé que saldría de El Guineo para formarme como estomatólogo general, mucho menos que podría andar por otras tierras haciendo mi labor, pero de lo que sí estoy claro es de que en Cuba y en El Pedrero los pacientes reciben servicios médicos de lujo, de calidad y a la altura de los que se ofrecen en el Primer Mundo”.
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