La región de Latinoamérica y el Caribe despide 2016 con crecimientos económicos dispares en los países que la integran, algunos de los cuales experimentaron caídas en el Producto Interno Bruto (PIB), y otros, resultados favorables en este indicador
Los expertos prevén una contracción en el área de cerca del 0,9 por ciento este año, luego de realizar varios ajustes a lo largo del período, todos indicativos de una mayor desaceleración económica que en 2015, cuando el crecimiento regional también fue negativo.
Por ejemplo, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) pronosticó en abril una recesión del 0,6 por ciento, una cifra que en julio elevó al 0,8 y que en octubre alcanzó el 0,9, casi el doble de lo que se contrajo la economía latinoamericana en el 2015 (-0,5 por ciento).
En conversación con Prensa Latina, la secretaria ejecutiva de la Cepal, Alicia Bárcena, aseguró que entre los factores que propiciaron esa situación figuran los bajos precios del petróleo y de otras materias primas -si bien últimamente algunos dan señales de recuperación-, y la desaceleración de la economía china.
Otros elementos que explican los desfavorables resultados los constituyen el débil crecimiento de la economía estadounidense la mayor parte del año, el escaso dinamismo de la actividad económica en el área, particularmente en los países de su zona sur, precisó además la funcionaria.
Todo esto -agregó- no ha estado ajeno al sesgo de bajo dinamismo y fuerte incertidumbre de la economía mundial, ni a la desaceleración de las exportaciones y caída de la inversión extranjera directa, la cual en años más recientes se ha desplazado hacia los países desarrollados.
DESIGUALES CRECIMIENTOS DEL PIB
América del Sur, cuyas economías se especializan en la producción de materias primas, sobre todo de minerales y combustibles, registra una contracción de su PIB de al menos un dos por ciento, menguado fundamentalmente por los desempeños de Brasil, Argentina, Venezuela y Ecuador.
Esos países se han visto afectados además por intereses de la ultraderecha orientados a la desestabilización política, lo cual incidió negativamente en el desempeño respectivo del PIB. Según los estimados de Cepal, cerrarán 2016 con crecimientos negativos en este indicador, desde -3,4 por ciento a -1,8.
En contraste, y según estimaciones, cierran el año con avances por encima del uno por ciento Chile, Colombia, Paraguay, Perú, Uruguay y Bolivia, el de mayor resultado de Suramérica en el PIB, con 4,5 por ciento.
Esta última nación figura entre las de mayor crecimiento de ese indicador, junto con República Dominicana y Panamá, ambas con estimados de más del cinco por ciento, y también Nicaragua, Guyana, Dominica y Costa Rica, cada uno con más del cuatro por ciento.
El panorama de contracción económica en la región trajo por consiguiente el aumento de la desocupación y el deterioro de la calidad del empleo.
De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la tasa de desocupación trepó al 8,1 por ciento, 1,5 por ciento superior a la de 2015 y el índice más alto en la última década.
Al respecto, el director de la OIT en el área, José Manuel Salazar, comentó que el agravamiento del desempleo se aprecia, además de en su abrupto incremento, en el alza de la informalidad y mala calidad de los puestos de labor.
Bárcena recomendó en el actual contexto, aprovechar las transformaciones que tienen lugar en China, con un comercio hacia ese país más diversificado, mediante productos y servicios de mayor valor agregado y contenido de conocimiento.
En el corto plazo, destacó en ese sentido, tener en cuenta las oportunidades asociadas a los alimentos procesados y al turismo, así como la importancia de ser receptivos al interés del gobierno del país asiático y de sus empresas en invertir en el sector de la infraestructura en Latinoamérica y el Caribe.
A su juicio, en la región (según cálculos de expertos, esta podría crecer un magro 1,5 por ciento en 2017), será indispensable además promover los encadenamientos productivos.
Esto último requerirá aumentar la resiliencia del comercio intrarregional y favorecer la diversificación productiva y exportadora.
Será necesario, además, pese a la disminución de los espacios fiscales, el diseño y la implementación de políticas industriales y tecnológicas como vías para dinamizar el crecimiento de largo plazo.
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