Multipremiada en el reciente Campeonato Nacional Pioneril de Gimnasia, la trinitaria Liliannis Santander Escobar constituye una promesa de la disciplina en Sancti Spíritus
Con solo ocho años, Liliannis Santander Escobar sabe que el primer paso para hacer realidad un sueño es bajarse de la nube para luchar por ellos. De lo contrario, todavía deambularía por los celajes, varada en medio del sendero, a la espera de un prodigio para convertirse de la noche a la mañana en una gimnasta de las grandes ligas.
Por eso no le cuesta cambiar la saya y la pañoleta por el uniforme de lentejuelas plateadas al terminar las clases en la escuela Marcelo Salado, en Trinidad, y dirigirse al estadio a calentar los músculos para el entrenamiento.
“Otras niñas se van a jugar a esa hora, a casa de alguna compañera del aula, a hacer las tareas, a divertirse. Yo me voy para la gimnasia. Y también me divierto. A mi manera, claro”, comenta con desparpajo.
Nadie tenía dudas de que sería media leguleya apenas levantara una cuarta del piso; mas, que a tan corta edad se erigiría como la atleta más reconocida en una competición nacional olía más a vaticinio improbable, no por falta de capacidad, sino porque la constancia a veces no comulga del todo con la niñez.
La novel atleta, sin embargo, tuvo claro desde la tarde en que le hablaron de sus aptitudes para el deporte que desde el principio quería figurar en el podio de los galardonados. Ahora deviene orgullo para la familia y la tercera villa de Cuba al alzarse con cuatro medallas en el Campeonato Nacional Pioneril de Gimnasia: oro en barras asimétricas, bronce en caballo de salto y dos de plata como máxima acumuladora en los parámetros técnicos y físicos.
“Mi entrenadora siempre me ha dicho que hay que trabajar duro”, alude con la inocencia de quien no es consciente de los malabares ejecutados por Maricel Medina Nadals, licenciada en Cultura Física y entrenadora del equipo femenino de gimnasia en Trinidad, para lidiar con la ausencia de implementos para la preparación.
“No tenemos ni un colchón —explica la instructora—. Todo eso hace el entrenamiento muy limitado. Debemos concentrarnos en la preparación física como principal método en aras de evitar la desmotivación de los muchachos. Para lograr los resultados tuvimos que irnos para Santi Spíritus cinco fines de semana después de la competencia provincial. Por eso digo que estas medallas, además de reconocer las potencialidades de la niña, premian también el empeño y la persistencia”.
Ajena a los oídos sordos de las instituciones pertinentes ante los reclamos de los profesores; ajena a la falta de sensibilidad que no pocas veces troncha sueños, Liliannis exhibe junto a su madre, Belkis, el fruto de horas aprendiendo de flexiones, acrobacias y rutinas deportivas…
“El momento de la despedida va ser difícil porque nos comunicaron que el siguiente curso debe incorporarse, junto a otros dos niños del equipo, a la escuela de alto rendimiento de la provincia, pero si eso es lo que le gusta, debe sacrificarse. Todo el mundo dice que tiene un futuro prometedor. Yo no voy a frustrarla”, apunta Belkis.
Todo indica que el deporte forma parte del código genético de esta trinitaria, pues también otros miembros de la familia han apostado por la disciplina, pero han desistido en medio del camino.
“Conmigo va a ser diferente. Escúchame bien: yo voy a ser famosa”, asegura de pronto con el mismo desparpajo de antes mientras conversa de los venideros Juegos Olímpicos, de retos a vencer en próximos meses, de cómo se las arreglará para estudiar para la etapa final de la escuela.
Casi al final de la conversación, Escambray desenfunda la cámara para tomarla en plena vorágine. Con destreza, realiza miles de movimientos para demostrar sus cualidades. Disfruta el sonido del obturador como quien está acostumbrada a la fama, a las grandes competiciones.
A punto de concluir la sesión fotográfica, Liliannis hace una petición: “Tírame una con mi mamá, mi hermano, mi maestra y el resto de los compañeros del equipo. Ellos son campeones iguales que yo”.
Que bonito comentario la de la muchacha me conmuebe mucho porque mi niña que solo tiene 7año sueña igual y yo se que ella tiene talento y sera una mas.