La Acuicultura en la provincia se distingue por su aporte sostenido al balance dietético de los espirituanos. Las capturas superaron las 4 500 toneladas al cierre de noviembre
Mirando hacia el horizonte, justo por el punto donde se unen el azul del cielo con el del agua del embalse Lebrije, aparece la chernera que lleva como nombre Pantera 1; colgada de ella desfila un grupo de botes identificados con seudónimos de mujer, costumbre que prevalece entre los pescadores de generación en generación, cual especie de amuleto de la suerte que los protege durante las duras faenas de captura.
“Busquen carro que traemos peces”, grita uno de los integrantes de la brigada que comanda Odemar Alonso Echemendía, hombre de experiencia en estas lides; mientras el ruido del motor de la embarcación se escucha cada vez más cerca de la orilla.
Justo frente al equipo de Escambray, que observaba a poca distancia, los pescadores realizaron el último tiro de la bocana del día, luego de repetir cinco veces la misma operación entre las 4:00 a.m. y las 10:30 a.m. Se trata de una de las artes de pesca más empleadas en los últimos tiempos, originada en la provincia de Camagüey, pero extendida con éxito en el país, por lo que reporta desde el punto de vista productivo.
LA PESCA POR DENTRO
Para Julián Armas Olivera, director de Acuicultura en la Empresa Pesquera de Santi Spíritus (Pescaspir), este año ha sido bueno, a pesar de que en los primeros meses hubo atrasos con el inicio de la reproducción, el eslabón por donde comienza la cadena productiva.
“Dependíamos de la apertura del Canal Magistral de la presa Zaza que nos abastece de agua, para iniciar las acciones en la Estación de Alevinaje de La Sierpe; no obstante, logramos resultados superiores porque al cierre de noviembre, con menos larvas que las obtenidas en igual etapa del año precedente, contábamos con 30.6 millones de alevines; 3.3 millones más de lo previsto, de ahí que una parte de ellos se utilizó para repoblar los embalses y las granjas de ceba y otra se encuentra en las áreas de preceba para luego destinarla a los diferentes cultivos”, puntualiza.
Desarrollar las capturas de manera sostenida para buscar un equilibrio en todos los pasos dentro de la cadena productiva figura como estrategia de la Acuicultura; sin embargo, la prolongada sequía y la disminución del volumen de agua en los embalses (menos del 38 por ciento en la provincia) frenaron un mejor desempeño de la actividad.
“Aun así, las condiciones del tiempo resultaron favorables para realizar las extracciones —añade Julián—, lo que, unido a las mejores condiciones técnicas de las embarcaciones, la disponibilidad de artes de pesca, la garantía de hielo y otros productos que se emplean en los diferentes procesos, permitieron superar las 4 572 toneladas de pescado con destino a la planta de proceso de Pescaspir.
“Pero el 2017 será mejor, si se tiene en cuenta que ya contamos con más de 1 millón de alevines de claria y de tilapia en crecimiento, los que a inicios del año, cuando alcancen el gramaje requerido, serán depositados en las granjas de ceba para continuar con su desarrollo”, acota finalmente el directivo.
Las estrategias puestas en práctica por este sector en aras de ganarles una partida a las adversidades presentadas, siguen teniendo como principal objetivo el crecimiento sostenible de las producciones para garantizar el balance nutricional de los espirituanos, su principal razón de ser.
Un ejemplo está en el reordenamiento que hicieron en las granjas de ceba de tilapia, que incluyó la erradicación de la existente en la cortina de la presa Zaza y el envío de las jaulas circulares a El Níspero e Higuanojo. En ambos centros existen condiciones para potenciar este tipo de cultivo, por lo que se logra mayor eficiencia en la crianza de los animales y, por ende, se incrementa la producción, que debe llegar el próximo año a 200 toneladas en cada uno.
SENTIDO DE PERTENENCIA
El mayor tesoro que poseen los integrantes de las 16 brigadas dedicadas a las capturas en la provincia es el sentido de pertenencia por la labor que realizan. No importa que el frío llegue hasta sus huesos o la lluvia los empape durante la madrugada, así sucede cada año, por ello Escambray se hace eco de sus hazañas, esas que hacen posible que en las pescaderías, ferias agropecuarias, hospitales, centros escolares y unidades de la Gastronomía, aunque insuficiente todavía, exista presencia del alimento.
FUERA DEL AGUA
El desempeño de la industria, la cual se enfrenta a trabajos de remodelación para mejorar las condiciones laborales de sus áreas, despunta como centro distinguido en el procesamiento de las diferentes especies.
Sin contabilizar el mes de diciembre, de las 1 729 toneladas planificadas de productos terminados se alcanzaron unas 1 860, a pesar de contar con menos pescado que en etapas anteriores, pero resultó determinante la eficiencia. En ello influye sobremanera la calidad de la materia prima recibida, que ha posibilitado sacar al mercado cerca de 30 surtidos, incluidos los llamados conformados, como chorizo, croqueta, masa cocida, mortadella, perro caliente, hamburguesa y otros de gran aceptación por parte de la población.
Sin demeritar el trabajo de otras brigadas que realizan esfuerzos similares para sacar el pescado desde el fondo de las presas, vale reconocer el desempeño productivo de la tropa de Odemar, en Jatibonico, con más de 300 toneladas de captura hasta noviembre, sobre todo de tenca HG, destinada a la exportación; así como el de la brigada de Los Negros, que operan en el lugar conocido como Paso de Caballos, en el río Zaza, que ya superan las 400 toneladas.
Casi al mediodía, los hombres de piel curtida salen de las aguas del embalse Lebrije; un aire diferente matiza sus rostros, la faena fue dura. No todos los botes vienen llenos porque fallaron el último tiro de la bocana, pues las redes se enredaron en el fondo con un enorme tronco seco de algarrobo. Sin embargo, el optimismo ronda la tropa: “No importa, será en otra ocasión”, asegura uno de sus integrantes mientras se disponen a descargar la pesquería.
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