Escambray Periódico de Sancti Spíritus
Puestos así, uno al lado del otro, los nombres hasta parecerían el de un matrimonio bien llevado. Pero no. Se trata más bien de una relación disfuncional que, afortunadamente, terminó en separación
Lo ratifica ahora mismo a través del hilo telefónico Elvira Sierra Díaz, la dinámica vicepresidenta de la zona de defensa Simón Bolívar allá, en el batey del municipio de Yaguajay que antes de adoptar el nombre del Libertador ya tenía bien arraigado otro, venido del pueblito español de donde procedía el dueño del central: Vitoria.
“Mire, hoy ya volví a respirar con cierta tranquilidad, esta mañana fue que terminamos de retirarnos del puesto de dirección, después del retorno de los evacuados, ocho en centros estatales y 155 en casas de familia. Hubo temor, sí, e incluso los vientecitos desde anoche me han hecho pensar: ¿será que va a virar? Aquí sabemos del peligro, vivimos lo del Kate, pero entender de verdad que podía pasar algo, la gente lo entendió solo cuando decretaron la fase de alerta ciclónica para el litoral, el miércoles en la tarde”. El recuento me llega al día siguiente de decretada la fase de Recuperación, luego de que por primera vez en Cuba, por cuenta de un huracán, zonas costeras específicas y no provincias enteras permanecieran en vilo por indicación del Estado Mayor Nacional de la Defensa Civil.
Y es que los embates podrían esperarse de algún evento meteorológico medianamente coherente con su trayectoria, pero no de este, que surgió de la nada y se estacionó al sur de Cuba hasta dirigirse, con total inseguridad, hacia el norte-noroeste, movido por la combinación de los vientos y las aguas de una hondonada proveniente del Caribe y del anticiclón que le servía de contraparte en el noroeste.
En un recorrido azaroso, el primer huracán de gran categoría que entra a Cuba por territorio guantanamero y el segundo que lo hace por el Oriente, después de Sandy, en el 2012, se las ingenió para moverse casi en las mismas coordenadas por espacio de varios días. En una especie de zarpazo que desdecía pronósticos anteriores, aunque nunca se le perdió ni pie ni pisada, penetró por un punto próximo a punta Caleta, cerca de Maisí, en la misma fecha y casi por el mismo lugar que Flora, el ciclón categoría 2 en la escala Saffir-Simpson que en 1963 provocó los mayores estragos ocasionados por un fenómeno meteorológico en Cuba durante el período revolucionario.
Allá, en el extremo suroriental, Matthew parecía no amenazar a nadie en la central provincia de Sancti Spíritus. Sin embargo, apenas los partes del Centro de Pronósticos del Instituto de Meteorología aludieron a posibles inundaciones en la costa norte a su salida del suelo cubano y mostraron los modelos de trayectoria, en la zona costera de Yaguajay comenzaron a moverse las fichas.
“No es que digamos: ‘este caso va para la vivienda de Juana Pérez’, es que ya hablamos con Juana Pérez y ella sabe a quién va a acoger en el momento necesario”, aseguró, categórica, Elvira Sierra el lunes 3 de octubre, cuando la primera visita del Consejo de Defensa Provincial hizo acto de presencia en el Puesto de Mando de su zona, ubicado en las oficinas de la Unidad Empresarial de Base Comercializadora de la Empresa Agropecuaria Simón Bolívar.
Parada ante un mapa, más con datos y números registrados en la memoria que con apuntes escritos, explicó al detalle cómo se procedería con cada una de las 11 embarazadas, los 19 discapacitados y 24 niños menores de un año si la oleada empujaba el mar hacia adentro y las lluvias provocaban inundaciones.
“Figúrese, esa mujer estuvo al frente del Consejo Popular por espacio de más de dos décadas, dejó el cargo porque tenía a su marido muy enfermo, lo perdió hará unos meses y mírela ahí, batí’a con tó’ eso, ella no para”, le dice a la reportera una de las lugareñas. Quería ser jurista, confiesa ella misma pasada toda la contingencia, pero se hizo licenciada en Contabilidad y Finanzas. Desde su responsabilidad como económica de la Cooperativa de Créditos y Servicios Simón Bolívar, lleva a punta de lápiz cada habitante, morada, recurso a movilizar y hasta una estrategia derivada de esta experiencia que ya comparte con algunos de sus colaboradores.
“Hoy, cuando vino a cambiarse, me dijo que tenemos que ponernos a perfeccionar todos los planes —revela Dinora Escuela, vecina de 71 años y organizadora de la Zona 64 de los CDR—. Yo ayudo, como integrante del grupo de trabajo comunitario. Y ella insiste en que como ya no es lo mismo que cuando el Kate, que trajo las aguas varios kilómetros adentro e inundó todo, porque se ha mejorado mucho el fondo habitacional, pues tenemos que fijar nuevos lugares para acoger a evacuados”.
Definitivamente, los del título no son nombres que combinen. Casi a regañadientes acataron en la comunidad costera las primeras indicaciones de la Defensa Civil, pero ahora que la playa permanece impasible, que el Parque Nacional Caguanes, con su Ciénaga de la Guayabera y su Cayo Bomba, ambos proclives a grandes inundaciones, reciben intactos cada nuevo día, y que quienes llegaron a cruzarlos descruzaron los dedos, nadie en Vitoria quiere escuchar de nuevo un apelativo que les recuerde al huracán Matthew.
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Escambray / ISSN 9664-1277
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