Nadie conoce cuántas historias quedan encerradas, cuántos misterios se esconden entre las paredes que un día dieron cobija a la negrada africana en esta zona del norte espirituano
Cada ruina guarda un susurro, cada habitación encierra misterios y secretos, conspiraciones cimarronas. No escapan las huellas del grillete; aún se escuchan los pasos del mayoral, el ladrar de los perros, la triste sinfonía del látigo. Los olores del sudor de cada jornada, rastros de sangre africana y casi apagados cantos yorubas están todavía impregnados en las paredes de piedra de cantería, arena, cocoa y cal.
El barracón se estremece al paso de cada día. Las horas marcan hoy huellas visibles que hablan por sí solas, pero sucede que se desgastan, no soportan el paso del tiempo, olvidadas, casi ajenas. A ciencia cierta nadie conoce cuántas historias quedan encerradas, cuántos misterios se esconden entre las paredes que un día dieron cobija a la negrada africana, quienes más con su vida que con sus brazos potenciaron la producción de caña y azúcar hace más de 130 años.
Coincido con Carlos, queda una incógnita lamentable, la ubicación exacta de ese lugar.
Y este lugar donde está localizado, creo la noticia te deja con las ganas de leer …
No recuerdo bien, pero me parece que he visto esas paredes en Vitoria, donde estaba el ingenio del mismo nombre, eso queda al norte del pueblo de Yaguajay