La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, denunció este 19 de abril en rasilia que el proceso iniciado contra ella por la Cámara de Diputados no es un impeachment, sino un golpe de Estado y una tentativa de elección indirecta
Es un golpe, porque está revestido de un pecado original: no tiene base legal que caracterice un crimen de responsabilidad (como el que se le atribuye), dijo la jefa de Estado en conferencia de prensa.
Este proceso se inició por explícita venganza y con explícito desvío de poder, subrayó Rousseff, quien señaló que el titular de la Cámara de Diputados Eduardo Cunha aceptó el pedido de impeachment, tras la negativa de legisladores del gobierno a frenar su enjuiciamiento por el Consejo de Etica de esa Casa.
No es un juicio político, sino una tentativa de elección indirecta impulsada por grupos que de otro modo no llegarían al poder, sostuvo y deploró además el hecho de ser «víctima de todo un proceso de medias verdades».
Rousseff comentó que la figura del impeachment, contemplada en la Constitución, se convirtió en un instrumento contra todos los presidentes brasileños electos después de recuperar la democracia. Ninguno dejó de enfrentar acciones de este tipo en el Congreso Nacional, dijo.
Advirtió, además, que este proceso no va a devolver la estabilidad política al país, porque rompe las bases de la democracia.
Interrogada al respecto, consideró también que el procedimiento de destitución al cual se enfrenta tiene un fuerte componente en el hecho de ser la primera mujer presidenta del país.
Lamento profundamente el gran preconcepto contra la mujer existente y según el cual esta tiene que ser vista como algo frágil, subrayó.
Refiriéndose a la operación Lava Jato, manifestó que esta fue posible por medidas adoptadas por su gobierno y los de Luiz Inácio Lula da Silva, que fueron en definitiva los que descubrieron, revelaron y sacaron a la luz el fenómeno de la corrupción, el cual no surgió ahora, sino permanecía escondido debajo del tapete, aclaró.
Dilma Rousseff enumeró todas las acciones desestabilizadoras enfrentadas desde el inicio de su segundo mandato y que fueron desde un inusitado pedido de reconteo de votos, hasta lo que definió como prácticas absolutamente condenables de las «pautas-bomba», las cuales entre otras cosas inviabilizaron el robustecimiento fiscal del país.
Explicó también con ejemplos sencillos por qué la rúbrica de decretos de créditos suplementarios y las llamadas pedaladas fiscales no configuran un crimen de responsabilidad e insistió en que las divergencias políticas no pueden ser usadas como base para un pedido de impeachment.
A despecho de todo este proceso golpista, Brasil continúa siendo una de las mayores economías del mundo y preserva, además, una enorme capacidad de recuperación y de recomposición de fuerzas, expresó.
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