Cuba defendió este 21 de abril en Naciones Unidas una verdadera asociación mundial para el desarrollo, que permita traducir en resultados la Agenda 2030 para el progreso sostenible en el planeta
«El principal desafío será hacer realidad lo que plasmamos en un papel, y sin dejar a nadie atrás. Constatamos que estamos aún muy lejos de contar con una verdadera asociación mundial para el desarrollo», advirtió aquí la ministra cubana de Justicia, María Esther Reus.
En su intervención en un foro de alto nivel sobre la implementación de la Agenda 2030, adoptada en septiembre de 2015, recordó que dos mil 700 personas viven en la pobreza, la tasa global de mortalidad infantil en menores de cinco años sigue siendo varias veces la de los países desarrollados y la mortalidad materna en las regiones del Sur es 14 veces más alta que en el Norte.
De acuerdo con Reus, la falta de medios de aplicación adicionales, predecibles y suficientes puede dar al traste con la materialización de la ambiciosa plataforma, dirigida a erradicar la pobreza extrema y el hambre, garantizar el acceso universal a servicios básicos e impulsar el fin de las inequidades, en los próximos 15 años.
«Los recursos existen. No puede esgrimirse como pretexto la ausencia de ellos cuando se invierten 1,7 millones de millones de dólares anuales en gastos militares; empléese mejor esa colosal suma para fomentar el desarrollo y el bienestar de la población mundial», afirmó.
La titular cubana señaló que la isla ha demostrado lo mucho que se puede hacer con pocos recursos, pese al impacto de más de medio siglo de bloqueo económico, comercial y financiero, impuesto por Estados Unidos.
Se requiere la voluntad política de los países desarrollados para cumplir con sus compromisos de Ayuda Oficial al Desarrollo; y urge reformar la arquitectura de las instituciones monetario-financieras con el objetivo de establecer nuevas reglas que satisfagan los intereses y necesidades de todos, dijo.
Según Reus, se impone, además, una reforma de las reglas multilaterales de comercio, que permita la plena inserción de las naciones del Sur, fundamentalmente de las menos adelantadas y de los pequeños Estados insulares.
En su discurso en el foro de la Asamblea General, la alta funcionaria también insistió en la importancia de la paz para garantizar un progreso humano inclusivo.
«Un clima de paz y de seguridad internacional constituye una condición imprescindible para el logro del desarrollo sostenible», sentenció.
La ministra de Justicia de Cuba demandó el compromiso del Norte y que este acepte su deuda histórica, honrando el principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas.
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