‘Debemos continuar abogando por ajustar el Consejo de Seguridad a la evolución de las relaciones internacionales y de las Naciones Unidas en las últimas siete décadas’, dijo.
El diplomático señaló que el Artículo 24 de la Carta de la ONU refleja la responsabilidad del órgano de 15 miembros de actuar a nombre de todos los Estados integrantes de la organización, sin embargo, muchos países no se sienten representados a través de sus decisiones.
Cuba reitera que la labor del Consejo es una responsabilidad colectiva de todos los Estados miembros, y a los cuales se les debe garantizar la verdadera participación en el trabajo y la toma de decisiones, subrayó.
Respecto a la cuestión del tamaño del órgano con el mandato de velar por la paz y la seguridad internacionales, Rivero precisó que las rondas de discusiones celebradas parecen confirmar que la inmensa mayoría de los gobiernos apoyan la ampliación en las dos categorías, los escaños permanentes y los rotatorios.
También cuentan con amplio respaldo la eliminación del derecho al veto, la aprobación definitiva de las Reglas de Procedimiento y el respeto a la gestión de la Asamblea General, agregó.
La actuación del Consejo de Seguridad ha recibido en los últimos años críticas, sobre todo de naciones del sur, por el uso del anacrónico veto (solo pueden hacerlo las cinco potencias con asiento fijo: Estados Unidos, Rusia, China, Reino Unido y Francia), el secretismo y la interferencia en la labor de la Asamblea.
De acuerdo con Rivero, la isla favorece un incremento amplio de la membresía del órgano hasta 25 o 26 países, que lleven a rectificar la injustificada falta de representación de los Estados en desarrollo en esa instancia.
Los nuevos integrantes, tanto los permanentes como los no permanentes, deberían tener exactamente los mismos deberes y prerrogativas, incluido el veto, si este no pudiera ser eliminado, lo cual la mayor de las Antillas apoya. advirtió.
El embajador expuso en el foro que Cuba aspira a un Consejo transparente, en el que las consultas a puertas cerradas sean la excepción y no la regla, y no invada los temas correspondientes a la Asamblea General y otros órganos de Naciones Unidas.
‘No aspiramos a un acuerdo inmediato, comprendemos perfectamente las complejidades y sensibilidades de este proceso que necesitará tiempo, esfuerzo y, sobre todo, espíritu de flexibilidad en las negociaciones’, afirmó.
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