Venezuela desenmascaró en el Consejo de Seguridad de la ONU el doble rasero de algunas potencias en el combate al terrorismo, lo cual explica el origen y la proliferación del flagelo
En una sesión del órgano de 15 miembros sobre la amenaza global que representa el terrorismo, el embajador venezolano ante la ONU, Rafael Ramírez, denunció la falta de voluntad política para enfrentar el fenómeno y el estímulo al mismo como un arma para derrocar a gobiernos de países soberanos.
A su juicio, los grupos terroristas han alcanzado un poder sin precedentes, capaces de desafiar a ejércitos nacionales y a poderosas coaliciones internacionales.
En ese sentido, consideró clave comprender las causas que dieron lugar a este problema, en particular el impacto de las agresiones a Iraq en 2003 y a Libia en 2011, lideradas por occidente.
De acuerdo con Ramírez, las intervenciones extranjeras bajo la doctrina del cambio de régimen crearon las condiciones para el nacimiento del Estado Islámico (EI), Al Qaeda y otras organizaciones que siembran destrucción y muerte en el Medio Oriente, el Norte de África, el Sahel, Europa y Asia.
Los niños que tenían seis o siete años a principios de siglo hoy están en los 20 y son los jóvenes incorporados masivamente al EI, después de verse obligados a convivir durante su infancia y adolescencia con la cultura de la muerte, el desprecio por la vida, el sectarismo y la intransigencia, advirtió.
Para el embajador venezolano, muchas son las preguntas que caben ante el actual auge del extremismo violento y sus consecuencias políticas, sociales y económicas, que incluyen el reclutamiento de niños soldados, la destrucción del patrimonio cultural de los pueblos, el secuestro, la esclavitud sexual como arma de guerra, la limpieza étnica, el uso de armas químicas y las crisis humanitarias.
En primer lugar, recordó el poder militar y logístico de los grupos terroristas y su habilidad de controlar extensos territorios en el Medio Oriente (Siria e Iraq) y el Norte de África (Libia).
«Sus arsenales incluyen armas pesadas, misiles y artefactos químicos. ¿Quién se los dio?, ¿Quién los mantiene?», cuestionó.
Asimismo, llamó la atención por lo fácil que contrabandean petróleo, se insertan en el sistema financiero global o emplean las redes sociales e Internet para reclutar a jóvenes y propagar sus mensajes de odio.
Según Ramírez, el tráfico ilícito de hidrocarburos resulta una tarea bien compleja, porque requiere su almacenamiento y transportación, sin olvidar los instrumentos internacionales vigentes para evitar este trasiego.
Respecto al dinero, recordó que los grandes centros de poder controlan y regulan el sistema financiero y poseen la capacidad de detectar y bloquear activos.
También alertó que las poderosas compañías transnacionales de occidente dominan la red de redes, convertida en una herramienta para engrosar las filas del EI y otros grupos.
«¿Nos preguntamos cómo es posible que todo esto suceda?», afirmo en el debate abierto del Consejo de Seguridad, convocado por China, que este mes preside el órgano de 15 miembros.
Ramírez insistió aquí en que el enfrentamiento al terrorismo no puede tener éxito si el mismo está marcado por el doble rasero.
No hay terrorismo bueno y malo, ni se puede instigar el flagelo para derrocar y desestabilizar a gobiernos de países soberanos sin consecuencias, subrayó.
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