No por mucho madrugar amanece más temprano. A este axioma apuestan los aficionados cubanos, que han estado en fase de desespero al caer la primera semana de competiciones en Río 2016 solo con la medalla de plata de la judoca Idalys Ortíz
Por el orden del organigrama, para Cuba lo mejor está por llegar con la definición de medallas en boxeo, que ya tiene al menos dos seguras en el saco (la de Yoanis Argilagos que ya es definitiva en 49), lucha, atletismo, taekwondo…
Si le sirve de aliento, todo cuanto ha acontecido bordea las lógicas de los pronósticos, al menos de los que adelantamos en esta misma página la pasada semana desde nuestra modesta consideración.
Con un judo que no clasificó a todas sus divisiones, la pérdida de potencia internacional y el “fuera de forma” de Asley Sánchez tras la operación en su hombro, nadie podía esperar algo distinto en los tatamis cariocas, que dejan el desempeño más pobre de este deporte desde su incursión en Barcelona 92, ya sea por falta de fuerza, táctica o de concentración. Para salvar el descalabro total, llegó este viernes la campeona de Londres Idalys Ortiz.
El resto se ubica en la barrera de lo posible, hasta el subcampeón Manrique Larduet, quien intentará corresponder la expectativa, quizás desbordada de quienes miramos a su subtítulo mundial, en las únicas dos finales por aparatos a las que logró acceder, con una lesión que le impidió seguir en la final del all around en medio de demostraciones exquisitas de sus contrincantes.
De hacerse una encuesta sobre lo más sorprendente para Cuba, de seguro la pareja de voli de playa de Nivaldo Díaz-Sergio González ganaría por unanimidad, dupla que no ha creído en el abolengo superior de sus rivales y logró acceder a la ronda de los 16 mejores, con aspiraciones de seguir con vida en la muerte súbita.
Cumplida la exigencia de llegar a finales, el remero Ángel Fournier intentará una paletada más peliaguda: obtener la primera medalla olímpica de su deporte en unos Juegos donde la caída en picada de varios récords olímpicos y mundiales en la natación, las nuevas marcas del ciclismo, tiro con arco y deportivo, pesas y hasta un tiempo de ensueño de la corredora etíope dicen a las claras lo mucho que ha crecido el deporte en cuatro años.
En este contexto más de un espirituano ha rendido meritorias actuaciones. Entre ellos la yudoca Dayaris Mestre, quien acarició su primera medalla olímpica, pero debió conformarse con un quinto lugar luego de ser vencida por la “ansiedad”, como ella misma admitiera, con el bronce casi en las manos.
También la tiradora Eglys de la Cruz Farfán, quien rozó la final del fusil 50 metros tres posiciones, pero quedó en el décimo puesto, mejor que el 31 de la modalidad de neumático a 10 metros, y el arquero Adrián Puente, quien se batió con hombres de calibre, antes de caer por una flecha por el pase a los mejores 16 (terminó en el 17) y luego de estampar récord personal de 655 puntos en su primera salida.
Muy discreto en su desempeño estuvo el remero Eduardo Rubio, eliminado desde su primera presentación en el doble par. Lo de los voleibolistas Adrián Goire y Osniel Melgarejo era noticia anunciada para un equipo que por su nivel competitivo hizo bastante con ir y ganarle un set a Rusia.
Todas las esperanzas espirituanas de medallas están cifradas en el ring y precisamente Yosvany Veitía, quien subirá el lunes 15, tiene opciones de colgarse su primera medalla olímpica, ahora en los 52 kilogramos y así evitar que Sancti Spíritus se quede sin preseas por segunda Olimpiada sucesiva.
En competencia estarán, además, el canoísta Serguey Torres en una difícil prueba en el C-2 a 1 000 metros, los velocistas Yaniel Carrero y Reidi Ramos, quienes saldrán en las postrimerías de los Juegos en los relevos, mientras la martillista Yirisleidis Ford registró en la noche de este viernes un pobre desempeño en su primera presentación olímpica.
De modo que siga disfrutando de las excelentes propuestas competitivas de Río de Janeiro, colgado de la esperanza, de los puños de los boxeadores y hasta del poder del Cristo de Corcovado para que los brillos de los metales toquen a Cuba más tarde que temprano.
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