Vanguardia artística de Trinidad se empeña en demostrar que el universo de la creación no conoce límites
En principio se trataba de elementos aislados: una gastada mesa de comer, un pedazo de puerta, una vitrina olvidada, retazos de un objeto que el paso del tiempo y las urgencias de la vida convirtieron en material de desecho…, hasta que el arte marcó el nuevo génesis. El objeto dejó de ser objeto en sí para trasmutar en obra de arte.
Así, la mesa desvencijada es ahora un lienzo de madera, la puerta asemeja una trampa gigante de ratones, la vitrina tiene el rostro de la abuela, mientras que, allá, una pelota de papel choca con los cuatro costados de un cuadro de incertidumbre. En cada una yacen sueños ocultos, frustraciones enmascaradas, espinas atragantadas durante años, la catarsis del día anterior.
Detractores del inmovilismo, una hermandad conformada por pintores, fotógrafos y escultores asalta los espacios de la Galería Tristá, en Trinidad, dispuesta a compartir Espacios Interiores II, una suerte de bofetada con guante de seda a la apatía cultural.
Si bien en las palabras de presentación se esboza que la muestra no persigue la novedad ni el asombro de lo desconocido, dicha sentencia parece escrita con excesos de modestia al aquilatar la factura de las piezas, la distribución en el espacio, los elogios del más exigente crítico: el público.
Apoyado por Nelson Herrera Ysla, cofundador del Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam y una de las voces maestras del panorama de las artes plásticas en Cuba, la propuesta pretende inscribirse en la próxima Bienal de La Habana, anhelo en vías de realización.
La pertinencia de conjugar el quehacer de artistas consagrados con otros más jóvenes ofrece también a la iniciativa el carisma de escuela para jóvenes como Roidley Pérez Navarro, bendecido con el don del dibujo, quien comentó a este órgano de prensa la suerte que significa exponer con colegas de reconocido prestigio en el territorio como Luis Blanco Rusindo, Jorge César Sáenz, entre otros.
Al decir de Atner Cadalso, crítico de arte: “Sin abandonar el enfoque sobre los temas del arte cubano: ideología, migración o historia nacional, se percibe aquí un desplazamiento hacia temas más íntimos (…). El objeto ya no es solo la metáfora social, es también el espacio subjetivo y personal de cada creador.
“(…) Espacios interiores nos sitúa, como espectadores atentos y reflexivos, en esa región sin fronteras donde cualquier camino que tomemos puede conducirnos hacia un lugar desconocido y a la vez retornarnos a ese interior, apegado y certero, de nuestra propia existencia”.
A riesgo de que lo tilden de romántico empedernido, nombres como Osley Ponce, Lázaro Morgado, Iván Basso, Rudys Rubio, Lázaro Niebla, por solo mencionar algunos, regresan a Escambray, acaso porque a fuerza de sudor han escrito los episodios de hoy en el devenir de las artes plásticas trinitarias, acaso porque han escrito con su trabajo un canto a la creatividad infinita.
Con la premisa de que el fin de la historia habitó únicamente en la tesis de Francis Fukuyama, los que a fuerza de sudor se han ganado el calificativo de “vanguardia” demuestran que el arte aquí puede renacer de los despojos, que las ideas no entienden de fincas y existen segundas partes que sí merecen la pena.
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