La celebración del 26 de Julio en suelo espirituano 30 años atrás vive en la memoria de la trinitaria Ángela Reina García Cruz con nitidez envidiable. El recuerdo de ver a Fidel bien cerca, dice, la ha acompañado desde entonces
Por estos días, tres décadas atrás, Ángela Reina García no se sorprendía calentando el arroz del almuerzo, sino con el nerviosismo de una adolescente. La vida ya la había despabilado cuando le encomendaron dirigir el Archivo Histórico de Trinidad con 36 años. Mas, saber que había un asiento reservado para ella en la gestante tribuna de Sancti Spíritus para el acto del 26 de julio de 1986, que escucharía y vería a Fidel…le provocaba las mariposas en el estómago de una chiquilla enamorada.
La conmoción de entonces, confiesa, le ha ayudado a defender la experiencia de la desmemoria, al punto de entrecortársele la voz tanto tiempo después, cuando Escambray remueve los recuerdos. La grabadora debe pausar durante la conversación. Parece manido, pero es cierto: Reina, como la conocen todos, no puede pronunciar el nombre de Fidel sin emocionarse.
“Esa fue una de las cosas más grandes que me ha pasado en mis 66 años —admite—. El consejo de dirección de cultura fue invitado al acto. Allí estaban, entre otros, Alfredo Rankin, recientemente fallecido, Aurelio Gutiérrez, América Esther Guerra, Isabel Rueda, la más joven de todos nosotros y actual directora del Museo Romántico. Salimos de aquí muy temprano en caravana. Dentro de los camiones no se hablaba de otra cosa que no fuera el discurso de Fidel.
“Llegamos a Sancti Spíritus a las 2:00 p.m. Las sillas de nosotros estaban bastante cerca de la tribuna donde el Comandante iba a hablar. A las 4:00 p.m. teníamos que estar listos. Había tremendo calor, no tanto como ahora, claro, y no podíamos llevar sombrillas. El acto comenzaba a las 6:00 pm. Banderas, había muchas banderas. Todos estábamos esperando a Fidel. Cuando entró… aquello fue…para qué, era como si el corazón se te saliera del pecho. ¡Era tanta la expectativa!
“Se sabía que él visitaba la provincia, que iba mucho por Banao. Pero verlo dirigirse al pueblo, y más en el acto por el 26 de julio, era todo un regalo para Sancti Spíritus. Para qué decirte, nos regaló un discurso precioso, él siempre nos ha tenido acostumbrados a eso”.
Tres décadas más tarde, la trinitaria no ha logrado resolver el misterio de cómo “puede caber tanta grandeza en un solo hombre”.
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