En la celebración, a la que asistió uno de los caravanistas de aquel histórico día, se hizo entrega del carné de la UJC a un grupo de estudiantes espirituanos
Con sus 17 años de delgadez, José Antonio Marín Gómez estaba parado junto a uno de los postes del parque cuando por aquella misma esquina, a escasos cinco metros de él, descendió Fidel, ataviado de verde olivo, de un Chevrolet 57, blanco o beig. Alzó el brazo, sonriente, para saludar a la multitud y con paso apurado caminó hasta la Sociedad El Progreso (Hoy Biblioteca Provincial Rubén Martínez Villena), ascendió por las escaleras y se le perdió de vista.
“Había transcurrido como una hora de la madrugada del 6 de enero, hacía un frío tremendo y caía una llovizna finísima, pero la multitud aquí reunida continuaba aguardando por la caravana, que proveniente de Oriente se dirigía a La Habana. Desde aquel balcón donde está colgada la bandera cubana habló, pero se tomó unos segundos para mirar, como meditando, creo que le impactó la cantidad de personas y el espíritu con que se le esperaba”.
En un discurso enardecido, además de ponderar las virtudes de la ciudad de Sancti Spíritus, por la que declaró el especial cariño de los caravanistas, Fidel expresó que con el triunfo revolucionario finalmente se cerraba un largo proceso de humillación y se iniciaba la definitiva dignidad de la Patria.
Similar fervor reinó en las proximidades del otrora Progreso, cuando al amanecer de este miércoles, junto a Marín y a otros luchadores de la clandestinidad o del Movimiento 13 de Marzo, jóvenes estudiantes y trabajadores revivieron los épicos momentos al reeditar la marcha y anclar junto al parque Serafín Sánchez, ahora renovado y más hermoso. Tras escucharse, en su propia voz, las memorables palabras de Fidel en las que ensalza a la tierra de Serafín y de otros héroes, resonó de nuevo la Marcha triunfal del Ejército Rebelde, de Jesús Orta Ruiz (El Indio Naborí) y un grupo de estudiantes de las enseñanzas Media y Media Superior recibieron los carnés que los acreditan como nuevos miembros de la Unión de Jóvenes Comunistas.
Canciones, poesías, rostros infantiles, combatientes emocionados y, al frente de las banderas multicolores, Alcibiades Aguilar Rondón, quien reprodujo en su memoria, instante por instante, la gloriosa madrugada en que se detuvo junto a los demás libertadores, en aquel peregrinar inolvidable hacia la capital de Cuba, donde con su clarividencia de siempre Fidel recalcaría que ningún jefe militar debía aspirar a privilegio alguno, porque por encima de todo estaba el pueblo, y advertiría los escollos que estaban por venir, aun en los albores de aquella Revolución que acababa de concretarse.
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