Durante varias jornadas instituciones culturales, escuelas y centros de trabajo en Sancti Spíritus abrieron sus puertas al diálogo, la presentación de libros y la reflexión
Quizás para aliviar la preocupación de Onelio Jorge Cardoso en su famoso relato El cuentero, los seres humanos tienen dos hambres: para saciar una es suficiente el pan, pero la otra solo se aplaca con la poesía. Sancti Spíritus apostó otra vez por erigirse centro de creación de ese género literario capaz de alimentar el espíritu.
Por ello, durante varias jornadas instituciones culturales, escuelas y centros de trabajo abrieron sus puertas al diálogo, la presentación de libros y la reflexión.
Justamente, el logro de tan loable empeño solo precisó que intelectuales y poetas, llegados desde diferentes puntos de la geografía espirituana y cubana, junto a diversos públicos, se dieran cita en la XXVII Jornada Nacional de la Poesía, la cual se dedicó a Esbértido Rosendi Cancio, uno de los escritores yayaberos más leídos por varias generaciones de espirituanos.
Caridad Atencio Mendoza, una de las voces femeninas contemporáneas más reconocidas del país, ratificó que aún es necesario reconocer la utilidad de la poesía dentro de una sociedad renovadora para encauzar saberes, sentimientos y necesidades subjetivas.
“Hemos vivido un programa variado. Incluso, en los lugares donde el público que asiste no es el de mayores conocimientos sientes que logra interesarse”, agregó quien dio a luz en 2001 el cuaderno Salinas para el potro.
Y es que los organizadores del evento intentaron que desde diferentes escenarios —las instituciones culturales de la ciudad del Yayabo y otros, no tan frecuentes cuando de literatura se habla— se alzaran los vocablos capaces de expresar los diversos corpus poéticos.
Precisamente allí radica uno de los tantos aciertos de una jornada que, a fuerza de empeño, ha debido alcanzar su mayoría de edad, según reconoció Alberto Marrero, poeta y narrador llegado desde La Habana.
“Para muchas personas la poesía es letra muerta y ha dejado de gustar, pero espacios como este evidencian que no es así. Todavía existe mucha sensibilidad. Ese diálogo con el público resulta estimulante para cualquier artista”, afirmó el autor de El pozo y el péndulo (1994).
Igualmente, cada edición del encuentro espirituano, tal y como refirió el Doctor en Ciencias Filológicas Ramón Luis Herrera, se convierte en academia de análisis para las plumas consagradas y las que intentan desandar, por vez primera, los caminos de la poesía.
“Es un evento que con sus altas y sus bajas ha sido muy importante para el desarrollo de la poesía y para la plena inserción de los poetas de esta provincia. El enorme caudal de la poesía cubana, tan rica, tan diversa, se vive aquí ya que nos reunimos miradas desde diferentes experiencias”, consideró.
Julio Miguel Llanes, quien fungía como presidente del Comité Provincial de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba en Sancti Spíritus cuando nació el evento, consideró que el debate, más que buscar debilidades estilísticas, apuesta por robustecer al verso cubano y ha consolidado el quehacer de los amantes de la poesía en predios yayaberos.
“Siempre he dicho que si hay en Sancti Spíritus un movimiento poético de respeto es porque se ha consolidado con la realización de ese tipo de espacios”, dijo.
Una fortaleza de esta edición de la jornada fue potenciar el diálogo de quienes escriben poesía con públicos que por varias razones no pueden asistir a las propuestas en horarios laborales. Ejemplo de ello fueron las sesiones programadas en la tabaquería Pedro Larrea y la sede de la División Territorial de la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba. Esa posibilidad enriqueció el programa del evento, tal y como refirió Rito Ramón Aroche, escritor habanero y asistente en múltiples ocasiones a la cita del verso.
“Ha fluido muy bien, acercar la poesía a esos espacios es como hacer cumplir lo de si Mahoma no va a la montaña… Desde Martí conocimos la importancia de este género y en Sancti Spíritus se consolida ese pensamiento. Ya hay una madurez y experiencia en el mismo.
“Hay una pluralidad de voces, pero todavía observamos muchos textos con ripios y palabrería. No se puede olvidar que existen desde la antigüedad leyes para que un texto tenga un valor poético. Desde aquí mucho se puede hacer”, concluyó.
De esa forma, instó a que cada vez que la provincia se engalane como la capital del verso, se convierta en referencia.
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