Vencido el 70 por ciento de la cosecha, se auguran nuevos aires para la campaña cafetalera, un rubro que no ha vivido sus mejores tiempos últimamente.
El descenso productivo es el rasgo que más lacera la cosecha cafetalera en marcha, a sabiendas de que la sequía restó pariciones a las matas; sin embargo, vencido el 70 por ciento de la recolección los sabores de esta colada se expresan diferente si hablamos de calidad, nivel de despulpe, impacto de la nueva política de precios y despunte de la variedad arábico.
La campaña iniciada en septiembre ha caminado entre contrastes y para que la provincia acorte al máximo la afectación provocada por la sequía resulta vital en el segmento final de la contienda —concluye en febrero— mantener armonía entre la recolección y el proceso industrial.
El estrés hídrico vivido por la plantación a inicios del 2015, cuando las floraciones requerían humedad para cuajar, se reconoce como la causa esencial del anunciado acortamiento productivo con respecto a la anterior contienda.
Alfredo Bonachea Reyes, trabajador industrial y conocedor de la rama, tiene su propio retrato del panorama cafetalero: “En toda esta zona de Pitajones había áreas a las que les podías dar candela y, mire, cayeron unos aguaceros y mejoró algo la cosecha”.
DESPUNTA LA CALIDAD
Según datos de la subdelegación de café en Sancti Spíritus, al cierre de diciembre más del 90 por ciento del grano acopiado clasifica en los rangos de primera y segunda calidad; otro medidor de la contienda, el despulpe, refleja que tal beneficio alcanza a casi la totalidad del producto, resultado superior al previsto.
Leosvaldo Cruz Duardo, especialista principal del cultivo en el territorio, subraya que a diferencia de otros años los productores seleccionan mejor el grano a la hora de la recogida, “cogen solo el maduro, buscándolo casi de uno en uno; antes era al barrer”.
Agrega que la provincia planificó 127 toneladas de café oro
—procesado— y el 38 por ciento de esa producción corresponde a la variedad arábico, el de calidad exportable. Si bien el plan concibe una disminución con respecto a la última campaña, el directivo expone que el territorio trabaja para reducir ese impacto.
“Nos propusimos realizar la cosecha con la mayor eficiencia posible y buscar en la industria un rendimiento alto, tratar de disminuir ese descenso productivo causado por la sequía aprovechando el sobrecumplimiento que puedan tener algunos productores y motivar, a partir del precio, la compra de café en las demás áreas, asentamientos y bases productivas que incursionan en el cultivo en todos los municipios”, explica Cruz Duardo.
Si a estas alturas la cosecha sabe mejor se debe también al despegue conseguido en la variedad arábico, con un aporte cercano a las 50 toneladas —lo planificado—, cifra que duplica la producción precedente y que se corresponde con el propósito nacional de avivar este renglón exportable.
Asimismo, el especialista dijo que al término del 2015 Sancti Spíritus reportó la producción de 96 toneladas, en tanto restan por acopiar de café oro poco más de 30, en una cosecha alargada por las precipitaciones de los últimos meses y el interés de los productores a la hora de esperar la óptima maduración del fruto, toda vez que los precios de compra respaldan la calidad.
Si otro elemento habla a favor de las fuerzas agrícolas, aún en deuda con respecto al rendimiento potencial de las áreas, es el reforzamiento a nivel de campo para combatir la enfermedad de la broca, respetando el manejo técnico y, sobre todo, a la hora de colocar más trampas, trabajo que integralmente permite a la provincia exhibir un bajo índice de imperfección en el grano.
CAMPESINOS DECIDEN
Alrededor del 70 por ciento de la producción de café está asentada en el sector cooperativo y campesino, de ahí la elevada dependencia del comportamiento de esas áreas para la cosecha.
Las plantaciones de Rafael Alonso Gallardo, integrante de la Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) Conrado Benítez, en Trinidad, muestran el duro período vivido por el cafetal. Matas que a los cinco años de vida entraban en el ciclo de las grandes pariciones se quedaron esta vez por debajo.
“Tengo una parte del campo dañada, la falta de agua la apretó y no hay mucho grano para coger el rendimiento que por la edad de las plantas debía dar el área. Estimé 367 latas, voy a defender esa producción, de hecho me voy de aquí muchas veces de madrugada, porque esto hay que cuidarlo y ten la seguridad de que todo lo que recolecte de ahí para arriba va para la despulpadora también porque los precios son muy buenos”.
Pese a tal comportamiento, el campesino no ha perdido la motivación; “últimamente ha llovido un poco, las matas se están preparando para la siguiente cosecha, ese adelanto es bueno, pues ya para agosto se puede recoger café otra vez; además, ponga ahí que ha habido seca, pero también menos santanica y broca”, concluye Rafael Alonso.
A nivel de la CCS Conrado Benítez se percibe el impacto que trajo la poca lluvia: según el programa de desarrollo la cooperativa pronosticaba entregar en la cosecha 2015-2016 unas 19 800 latas de café, pero en esta zona —abarca las comunidades La 21, 22 y 23— los estimados bajan la producción a 5 961 latas.
“En la anterior cosecha las matas tuvieron aquí hasta siete floraciones, pero en esta solo dos; ahora que aprobaron mejores precios la naturaleza nos pone en jaque, al punto que la campaña pasada el rendimiento promedio de la CCS superó los 100 quintales por caballería y para esta se planificó 30”, comenta Francisco Hernández Leiva, organizador en la cooperativa.
Un panorama parecido se palpa en los campos de la UBPC Carlos Cancio, también radicada en la zona de Pitajones. Aun así, Modesto Ramírez, obrero vinculado a la finca, no pierde el optimismo, enseña las robustas plantaciones que hace apenas un año le aportaron 351 quintales por caballería, y, de acuerdo con sus cuentas, se quedarán a un 60 por ciento de aquel resultado.
“Mire mi finca, dígame si no está bien manejada, son matas de nueve años, pero, oiga, aquí no cayó ni un lloviznazo de octubre del 2014 a junio del 2015; abrió una sola flor y, para más desgracia, una parte se cayó”.
“Ahora lo único que podemos hacer es coger todo el grano de primera calidad, las fincas de la UBPC están preparadas para hacer la recolección así, con nuestras fuerzas, sin movilizados”, refiere Arsenio Ramírez, otro productor de la unidad.
LA INDUSTRIA SE MUEVE
En los centros de beneficio situados en Seibabo, La Felicidad, La 23 y El Pedrero —los tres últimos con tecnología ecológica— tiene la provincia una de las fortalezas para sortear los escollos agrícolas y embarrar de eficiencia el procesamiento industrial.
Por lo pronto, en la planta aledaña a la comunidad de La 23 la primera parte de la campaña arrojó datos halagüeños una vez procesada la variedad arábico.
La aspiración en la planta aledaña a la comunidad de La 23 es vender el 90 por ciento del grano de primera calidad y, en el caso del arábico, logramos despulpar el ciento por ciento de la masa, “eso se paga a 161 pesos la lata”, describe Alfredo Bonachea, jefe de brigada en ese centro de beneficio.
La validez de la tecnología ecológica —de procedencia colombiana— instalada hace dos años se demuestra otra vez y si antes la técnica antigua obligaba a acumular producción para despulpar, con esta despulpa lo mismo una lata que 500 en un día.
“El café de hoy no se puede ligar con el de mañana, se procesa la producción de cada jornada y si hasta ayer, como aquel que dice, se pensaba que las grandes extensiones del cultivo era lo que más daba, ahora se aprecia que es mejor concentrar el área, atenderla bien y buscar alto rendimiento agrícola e industrial”, sostiene Alfredo Bonachea.
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