Sancti Spíritus se sitúa entre las cuatro provincias cubanas con mayor entrega al programa de sustitución de importaciones
En el esquema de la economía cubana para reducir la partida de alimentos importados, el frijol cosechado en Sancti Spíritus reviste interés si consideramos que el aporte del territorio en el 2016 al balance nacional (Ministerio de Comercio Interior y Turismo) representa alrededor del 11 por ciento de lo suministrado en todo el país, se garantiza buena parte del reparto normado de la provincia y se asumen envíos a La Habana, Camagüey, Las Tunas y Holguín.
Tal estrategia no es de ahora, empezó a cobrar fuerza a partir del año 2009 con la entrega de tierras en usufructo, el aseguramiento de un paquete tecnológico y atractivos precios de compra al productor, de manera que el programa del frijol define uno de los empeños agrícolas más abarcadores de la provincia y, a la vez, de alto compromiso, porque se trata de no comprar en el mercado exterior la cantidad que el territorio planifica cosechar.
Ese diseño, que en el papel puede parecer sencillo, se vuelve exigente en el surco, por eso para el campesino René Alemán Rodríguez, integrante de la Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) Juan Darias, en la zona de Jarahueca, la esencia radica en “hacerlo todo en el primer ciclo que es el que le da desarrollo al cultivo, si no se logra una buena mata en 28 días, no es buena la cosecha”.
POTAJE EN CASA
Sancti Spíritus figura entre las cuatro provincias que más grano suministran al balance nacional y por tercer año consecutivo alcanza la producción incluida en el programa de sustituir importaciones. El frijol que llega a los hogares a través de la canasta básica, en el mejor de los casos, asegura dos potajes al mes; sin embargo, hay que mirar también que las cerca de 3 460 toneladas entregadas hasta finales de junio para ese reparto normado le representan al país un apreciable ahorro monetario, si consideramos los altos precios del alimento en el mercado exterior.
Aun cuando se cumplió lo planificado, Juan José Nazco González, delegado de la Agricultura en Sancti Spíritus, asegura: “Fue un año malo para frijol porque se perdieron por las lluvias en el inicio de la campaña más de 400 hectáreas, pero los productores hicieron un gran esfuerzo y sembraron otra vez; estamos haciendo los envíos finales a otras provincias y ha habido que adoptar múltiples medidas para proteger un nivel de granos afectados por plagas, pues el beneficio todavía es un problema en la provincia”.
Precisamente en varios momentos se han suscitado reportes de afectación por la humedad y las plagas, incluso, se han dado casos de partidas rechazadas desde otras provincias y, hasta en algunas bodegas hay criterios de frijol en mal estado.
Escambray indagó sobre esta última situación en la Empresa Mayorista de Alimentos (EMPA), responsabilizada con el reparto al comercio interior y se afirma por sus directivos que en las cuatro distribuciones realizadas con frijol de distribución nacional —de marzo a junio— se ha llevado a la bodega un producto de calidad, a la vez que no existe en la entidad un inventario de almacenamiento prolongado que pueda tener afectaciones.
“Se almacena el frijol del mes, el resto de la producción nacional y también el de importación, están protegidos en el frigorífico; si se ha vendido en alguna bodega frijol picado, la Mayorista asegura no haber distribuido grano en mal estado, además no ha llegado ni una sola reclamación por una situación de ese tipo; tenemos el grano con la calidad necesaria para cubrir la distribución normada en lo que resta del año”, señala Eduardo Morales Rodríguez, director general de la EMPA.
GRANERO EN JARAHUECA Y CAONAO
Cada vez que se hable de este cultivo es casi obligado hacer un aparte con la CCS Juan Darias, la base productiva que más frijol aportó a la sustitución de importaciones el pasado año en toda la isla y que ahora, pese a la pérdida inicial de unas 90 hectáreas por el exceso de humedad, vuelve a inscribirse como un granero de renombre con la entrega de 263 toneladas al Ministerio de Comercio Interior (Mincin) y otras 82 a la Empresa de Semillas.
Unos hablan de que en la zona de Jarahueca-Itabo hay cierto microclima que favorece el cultivo, otros de la calidad del suelo y los conocimientos adquiridos por los cosecheros; los más viejos miran al arraigo del cultivo en ese pedazo de Cuba y la mayoría reconoce que esa cosecha define allí la economía de muchas familias.
“Los campesinos no se agacharon con aquellos aguaceros, la disposición siempre fue volver a sembrar y la cooperativa por tercer año sobrepasa las 250 toneladas; pero si los recursos del paquete tecnológico llegaran realmente en el momento que lo pide el ciclo del cultivo, la producción de frijoles fuera muy superior”, comentó Leonardo Morales Fumero, vicepresidente de la CCS.
Para la Empresa Agroindustrial de Granos (EAIG) Valle de Caonao, la cosecha se tradujo en 256 toneladas de granos entregados al Mincin, unas 70 por encima a la producción del 2014, cuando inició el nuevo objeto productivo y, según la precisión de Osvaldo Puig, de la dirección del Grupo Agrícola en el Ministerio de la Agricultura, “la entidad figura entre las tres mayores empresas del país que producen frijol en áreas estatales y que más aportan al balance nacional”.
Eglis Pérez Martínez, director del área Técnica y Desarrollo en la EAIG, señala que el grueso de la siembra se despliega en las zonas de Batey Colorado y San Marcos y el programa de granos en la empresa se afinca en la disponibilidad del riego y la nueva maquinaria que, menos el arranque de la mata, permite realizar el resto de las labores.
“Todo lo que se hizo en función de la cosecha fue importante, pero si hubiera que definir un paso que determina, sería el empleo de la máquina sembradora por la calidad que se logra, además prestamos servicio a varios productores de la zona de Jarahueca y se cosechó un frijol de calidad, fíjate que pusimos 46 toneladas en el Mincin de Camagüey, que es muy exigente, y no nos viraron ni un grano”, subraya Eglis Pérez.
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