Evidencias arqueológicas pertenecientes a diferentes siglos, más numerosas y variadas en relación con las encontradas en el parque Serafín Sánchez, fueron descubiertas en una vivienda de Sancti Spíritus
El grito en el cielo puso Jorge Luis Valdivia Ramos cuando vio que su vivienda casi se venía al piso: las paredes se agrietaron y bajaron, el techo se rajó… debido a problemas de drenaje, causados `por aguas subterráneas y asociados al sistema de acueducto y alcantarillado.
Dada la complejidad del panorama resultaba ineludible la intervención de la Delegación Provincial de Recursos Hidráulicos y, de modo específico, de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado a esa instancia, cuyas fuerzas constructoras se vieron precisadas a actuar, con la asesoría técnica de sus especialistas.
Un poco más calmado ahora, Papito, como se le conoce a Jorge Luis, aseguró que la firmeza del terreno donde está enclavada la casa —situada entre las calles Céspedes y Martí, en la ciudad de Sancti Spíritus— descendió 2.7 metros.
Otra novedad estaba por brotar de la tierra durante el proceso de excavación: el hallazgo paulatino de evidencias arqueológicas de inestimable valor patrimonial, a partir de febrero pasado; sin embargo, la familia le restó importancia en ese momento, hasta que rebasó el umbral del inmueble Orlando Álvarez de la Paz, al frente del Gabinete de Arqueología Manuel Romero Falcó, perteneciente a la Oficina de Monumentos y Sitios Históricos, adscrita al Centro Provincial de Patrimonio Cultural.
Durante la operación de rescate de esos objetos —se le denomina así en el giro arqueológico—, los ojos casi se le salían de las cuencas al especialista, al descubrir fragmentos de vasijas de diversas clases de cerámica ordinaria, entre estas de tradición aborigen; roja, y de tipo México, pintada de rojo y comenzada a fabricarse a partir del siglo XVI.
Entre las evidencias, que datan de los siglos XVIII y XIX, fundamentalmente, se encuentran, por ejemplo, pedazos de loza perla inglesa (platos, taza…) con distintos diseños florales, de cristalería (vaso, botellas de cerveza de gres), y de vasijas de mayólica. Incluso, se hallaron piezas de juegos, elaboradas con el empleo de esta última variedad de loza, no descubiertas en ningún otro lugar arqueológico de la provincia, según Orlando Álvarez, quien refirió la aparición de restos abundantes de la dieta humana (huesos) de distintos animales como de cerdo, ganado vacuno, caballo, pescado y hasta de jicotea.
Aunque la cantidad de muestras pudiera incrementarse luego de la excavación del patio de la vivienda, no explorado aún, Álvarez de la Paz aclara que el número de estas —encontradas en un área menor— resulta mayor y más rico con respecto a los hallazgos reportados en el parque Serafín Sánchez en el 2014, sometido a una reconstrucción total, previo al festejo del medio milenio de Sancti Spíritus.
“La importancia de lo descubierto es tremenda. Existen elementos y piezas que datan de diferentes épocas de la ciudad; hay algunas que empezaron a confeccionarse en el siglo XVI”, admitió el especialista.
Hasta ahora apenas se manejan hipótesis acerca de los orígenes del cúmulo de evidencias arqueológicas detectadas en la zona, que primero fue un solar de una vivienda contigua, de acuerdo con información no documentada. “La investigación está en ciernes”, advirtió Orlando Álvarez.
Mientras tanto, Jorge Luis reconoció el empeño de Acueducto y Alcantarillado, que antes de intervenir en la casa, acometió labores en la red a su cargo en la calle Pérez Luna, a favor de la vecindad también.
Al propio tiempo, elogió la solución buscada por arquitectos e ingenieros de Recursos Hidráulicos, consistente en “recalzar” la vivienda con base pétrea (piedra) incluida, verdadera rareza en inmuebles de la cuarta villa.
Los días transcurren, pero entre los habitantes de la casa, expertos en Arqueología y vecinos curiosos persiste la duda: ¿qué más habrá en la zona inexplorada?
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