Afortunadamente, los desventurados aires de la XXV Feria Internacional del Libro que soplaron por diferentes puntos de la isla, incluso en su cita habanera, no llegaron con toda su fuerza a Sancti Spíritus. Ausencia de textos en anaqueles y propuestas literarias de baja intensidad se repitieron en varios de los territorios del país por donde la fiesta editorial pasó, según la opinión de los medios de prensa. Por suerte, la decadencia evidente del gran suceso editorial cubano encontró amparo en predios yayaberos.
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Para bien de todos, en la cuarta villa de Cuba, por esperar hasta la última semana diseñada para el evento, según sus máximos organizadores, se trabajó a brazo partido para recopilar el mayor número de textos y, sobre todo, reunir aquellos volúmenes más demandados. Por ello, a pesar de la crisis económica que desde hace tiempo ha provocado publicaciones a cuentagotas en el país, en esta provincia se puede decir que ha sido todo un lujo haber contado con más de 950 títulos y cerca de 127 500 ejemplares, cifras que, aun discretas, sobresalen a nivel de nación.
Como sucede en todas las ediciones, la bibliografía más demandada ha sido la infanto-juvenil. Títulos como Había una vez, Para colorear Zunzún y El principito han permanecido apenas minutos en los estantes.
Entre las novedades de la gran fiesta editorial yayabera, sin dudas, se ha distinguido el elevado número de ejemplares de Diccionarios escolares, Atlas de Geografía y mapas del mundo, todos perseguidos con insistencia por ser casi imposible de obtener en otros espacios, ya sea por no existir o por sus elevados precios en el “mercado de la calle”.
Entre los textos para los adultos, uno de los volúmenes con más repercusión ha resultado Zona roja. La experiencia cubana del ébola, testimonio conmovedor de Enrique Ubieta que relata la labor de los colaboradores de Cuba en el enfrentamiento al letal virus.
De acuerdo con el escritor Antonio Rodríguez Salvador, este título oxigena el espíritu, porque recuerda el carácter solidario del pueblo cubano.
Otro de los rasgos que con anterioridad evidenció el declive de la Feria fue la decisión a nivel nacional de que no llegara simultáneamente al municipio cabecera y a otras ciudades de la provincia. No obstante, en Sancti Spíritus se ha defendido contra viento y marea su presencia en Trinidad y, en esta ocasión, se extendió un día a Cabaiguán y Fomento.
El programa teórico de la cita cultural contó con la presencia de lo que más vale y brilla de la intelectualidad espirituana e invitados. Todos y todas respaldaron el rigor academicista que siempre debe tener un evento de esta envergadura.
Entre las propuestas más destacadas estuvo la conferencia inaugural sobre las particularidades de la poesía cubana en el siglo XX, a cargo de Virgilio López Lemus.
Además, se distinguieron los paneles Sancti Spíritus celebra el 90 aniversario de Fidel, donde historiadores e investigadores demostraron la extraordinaria capacidad del Comandante en Jefe de sobreponerse ante situaciones límites, y el del Centenario del natalicio de José Soler Puig, en el que prestigiosos doctores en Ciencias dialogaron sobre uno de los más importantes novelistas cubanos contempéranos.
La obra de Lina de Feria y Rogelio Martínez Furé, a quienes se dedica la XXV Feria Internacional del Libro, estuvo en el centro de los análisis teóricos. Sesionó además un panel sobre la República Oriental del Uruguay, país invitado de honor, encuentro que contó con la presencia de la investigadora y diplomática Lourdes Méndez Vargas, quien por su experiencia al laboral durante seis años en la embajada de Cuba en esa nación logró un diálogo muy intimista.
A pesar de la relevancia de los análisis, la mayoría estuvo carente de público. Entre las causas resultó evidente la existencia al unísono de tantas propuestas en una ciudad pequeña. El diseño de un programa cargado también provocó el incumplimiento de los horarios en no pocas ocasiones porque los investigadores y escritores se reiteraron en paneles sucesivos, ubicados a distancias considerables, lo que no fue amparado por una sólida logística. Se precisa repensar cómo revertir esa situación para próximas ediciones, si se pretende que el evento transgreda su carácter comercial.
Mientras, los espectáculos artísticos y la venta de títulos continuarán de plácemes hasta el mediodía de este domingo, cuando Sancti Spíritus se despedirá de los aires de la literatura.
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